Sabina: «No he tenido nunca un plan, no soy disciplinado, ni siquiera tengo voluntad»

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Joaquín Sabina entra en nuevo territorio inexplorado hasta ahora por él. El día 5 se estrena en el Teatro Rialto de la Gran Vía madrileña Más de 100 mentiras, un musical basado en sus canciones con dirección de David Serrano. El espectáculo viajará luego a México, Buenos Aires, se rumorea que a Nueva York. Y en dos años se tiene previsto hacer una película. Eso sólo les pasa a los muy consagrados
En una entrevista al diario El País, Sabina dijo que se siente «póstumo». «Este tipo de cosas se le hacen a los cadáveres. Espero que sea un cadáver exquisito. Durante diez años me lo estuvo proponiendo cada año José María Cámara [productor ejecutivo del musical] y cada año le decía educadamente que no», señaló.

P. ¿Pero usted va a ver musicales?

R. Nunca en mi vida. Ni aquí ni en el West End, ni en Broadway, ni en ningún lado. Soy póstumo, pero virgen.

P. ¿Qué le llevó a darle el sí quiero?
R. Que ya no encontraba razones para darle el no y además me gusta mucho colarme en lugares donde no estaba prevista mi presencia, ni se me esperaba, ni me invitaban.

P. Además sus canciones son microrelatos, muchos de ellos con una base teatral de planteamiento, nudo y desenlace.
R. Es que yo vengo de Quintero, León y Quiroga y sus coplas tenían eso. Lo que jamás pensé es que unas decenas de canciones mías dieran juego para un musical.

P. ¿Un musical del que aún no ha visto nada?
R. He tenido encuentros con los guionistas, David Serrano, Fernando Castets y Diego San José, sé de qué va, que hay un bar donde va un concejal corrupto, unas putas buenas, unos chorizos buenos, y un boxeador sonado, y eso me gustó. Además en el proyecto está ahí mi alter ego, que es Pancho Varona.

P. ¿Pertenece a una casta que ha desaparecido?
R. Pero la mía es anterior a la movida, es la vieja, decadente y casposa bohemia.

P. Al mismo tiempo su universo engancha a personas de distintas edades y clases sociales.
R. Las letras de las canciones que escuchan por la radio los jovencitos parecen declaraciones de futbolistas detrás de un partido, son de una trivialidad espantosa. Por otro lado los poetas se han vuelto incomprensibles, herméticos. Frente a ellos hay casos como el de García Montero, ¿por qué gusta tanto, empezando por mí?, ¡porque se le entiende!, no tiene la pose del poeta críptico. Como hoy las letras de las canciones son tan triviales, a nada que pongas algo que esté hecho con un poquito más de amor a las palabras, la gente lo sabe notar.

P. Parece que su amor a las palabras es importante, ya que es un lector compulsivo y adicto. ¿Dónde están sus referentes literarios?
R. Por miles de libros que uno lea los referentes siempre están en lo que uno lea con dieciocho o veinte años; es decir, Neruda, Vallejo, Borges, Gil de Biedma, Ángel González… y siguen estando ahí para siempre.

P. ¿Cuántas maneras hay de vivir la vida?
R. Yo sólo conozco una. No he tenido nunca un plan, no soy disciplinado, ni siquiera tengo voluntad. Vivo la vida que ha querido ella y por donde me ha llevado. No he hecho grandes apuestas, la única que hice fue coger un pasaporte falso y marcharme a Londres, lo que me salvo de ser profesor de literatura en un Instituto de provincias. Pero por lo demás yo nunca he tomado grandes decisiones. Me he podido permitir ese lujo.

P. ¿No ha tenido que venderse nunca?
R. Porque nunca nadie me ha querido comprar. A nada que me hubieran hecho una buena oferta…., de hecho me siento acomplejado porque nadie me ha tratado de corromper.

P. ¿De qué le ha servido reírse de sí mismo y sobre todo de sus fracasos?
R. Tampoco es que me haya servido gran cosa, porque yo soy una persona más triste y solitaria, que tiende a quedarse en un rincón, soy mucho menos sociable y más introvertido de lo que la gente cree, porque la gente solo ve la caricatura del gilipollas del bombín.

Entrevista completa: El País.es

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