La contradicción argentina

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Faltan cuatro días y elegimos Presidente por cuatro años. A nadie parece interesarle. La razón de la apatía es tema de discusión. Hay quienes piensan que ya no hay novedad en votar. Otros que con la experiencia reciente en Córdoba hay desilusión. Muchos otros piensan que no vale la pena ni pensar en los políticos. Dicen una cosa y hacen otra. En todo caso la apatía electoral se asienta sobre hechos objetivos, por un lado un crecimiento nunca visto, y por el otro, una desigualdad más impresionante aún. Veamos:
1. La economía ha crecido en los últimos 5 años a tasas altísimas y por el efecto arrastre habrá crecimiento en el 2008.
2. La industria se encuentra en el tope de su capacidad instalada.
3. La relación entre inversión y producto está creciendo lo que muestra que sostener el crecimiento demandará un mayor esfuerzo de inversión

La línea de tendencia muestra que cada vez hay que hacer más esfuerzo invirtiendo más y que el crecimiento se desacelera. El cuadro ha sido de una prosperidad sostenida durante un largísimo tiempo basada en la miseria de la gente derivada de la licuación de sus salarios luego de la devaluación. Al inicio se pudo crecer pagando salarios muy bajos en dólares y casi sin inversión usando la capacidad ociosa. Ahora para mantener el crecimiento el esfuerzo de ahorro e inversión debe necesariamente crecer. Esto implica que los empresarios exigirán control a los aumentos salariales y dólar alto para ser protegidos de la competencia. Veamos ahora los hechos de la distribución:

1) El quintil (20 %) más alto de ingresos tiene más de la mitad de los ingresos totales (52%).
2) Si se le agrega el segundo quintil el 40 % de la población recibe tres cuartas partes del ingreso total esto es el 60 % de la población recibe sólo el 25 % del ingreso total.

3) El 40 % más pobre de la población recibe apenas 12 % del total de ingresos.

  ¿Que significa esto en términos de desigualdad? Que mientras el 40 % de la población gana menos de 1150 pesos el quintil más rico tiene ingresos que llegan hasta los 60500 pesos. Si se compara la relación entre los sujetos que están en lo más alto del quintil mayor y los que están al tope del quintil más bajo la diferencia es de 51 veces.

  Si se compara en cambio el tope del cuarto quintil con el primero la diferencia es algo inferior a 3 veces y media. Si se compara el tercero con el primero la relación es de 1,7 veces y si se compara el segundo con el primero la relación es de 0,71 veces.

  Dicho en otras palabras hay un 40 % que casi no se diferencia entre si y que gana menos de 1200 pesos. Luego hay una clase media que es también bastante homogénea y que gana entre 1800 y 2950 pesos. Esta clase media en realidad está muchísimo más cerca de los estratos más pobres que de la clase alta. Pero es en realidad esta clase alta la que da la nota del modelo existente en Argentina porque lo que aquí parece haber ocurrido es que en Argentina los más ricos se han hecho riquísimos. El resto de la población parece ser simplemente un espectador de la riqueza de otros.

El gráfico siguiente muestra la distribución del ingreso por hogares en el país.

La conclusión es obvia, será difícil pedir sacrificios a 80 % de la población que ve tanto enriquecimiento de pocos en un momento en que la inversión exige un esfuerzo cada vez mayor para crecer al ritmo de los últimos años.

  En definitiva, se puede tal vez recurrir a muchas explicaciones psicologistas o posmodernistas para intentar explicar la apatía de la gente. Lo que los datos dicen es que Argentina ha crecido como nunca, que lo hará por sexto año consecutivo en el 2008, y que la desigualdad entre un grupo de ricos y el 80 % de la población es enorme.

  Aquí los beneficios del dólar alto, la exportación de soja y de cereales, los subsidios a los empresarios y la inflación generada por el gobierno parece haber generado una enorme cantidad de gente que cada vez se parece más entre si por sus necesidades, mientras tanto un pequeñísimo grupo vive sencillamente en un lujo fuera de este mundo. Llegado a este punto uno se pregunta, ¿será que todo esta acumulación de ingresos en tan poca gente servirá para relanzar definitivamente nuestro país?, ¿será que haremos como Sud Corea que tomó en 1967 la decisión de empezar a apuntalar con más del 3 % de su presupuesto la ciencia y la técnica para luego crecer sobre sus propios pies?, ¿será que tenemos que hacer tanto sacrificio para que finalmente nuestros hijos disfruten un mundo menos incierto? La respuesta está abierta, pero hasta ahora el excedente parece haber ido a edificios de alta gama, automóviles cuatro por cuatro y celulares. Entonces ¿que será de nosotros cuando los celulares no sirvan más, los autos sean chatarra y el boom inmobiliario haya transformado tantos edificios en pajareras vacías llenos de humedad?, esas preguntas que debieron haberse enfrentado para esta elección presidencial brillaron por su ausencia. No sorprende entonces que la apatía y la bronca cundan por doquier…

Dr Roberto Tafani

 

 

 

 

 

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