En cierto grado las autoridades monetarias se encuentran en una divergencia de caminos a tomar, ante el escenario económico actual. Dado que estos organismos poseen inherentemente la capacidad para dar la fuerza al mercado cuando el mismo está deprimido para su corrección mediante la aplicación de alguna política que inyecte dinero en el mercado, y a su vez éste mismo medio es el causante esencial del aumento generalizado en los precios.
El debate del tópico se presentó cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos disminuyó las tasas de interés para modificar los planes de consumo en el mercado de bienes como así también en el mercado de capitales; llevando a cuestionar los resultados de la medida implementada por el director de este organismo. Los efectos no deseados de esta estrategia constituyen el aliento a la inflación, la aparición de burbujas especulativas y, el mentado impulso a la subvaluación del riesgo.
Actualmente, la economía mundial se encuentra en una fase prácticamente inédita en materia de crecimiento económico. La contrapartida constituye una creación sin precedentes de dinero por parte del sistema financiero mundial, la que a través de la distribución funcional del ingreso, llega a manos de los agentes económicos. Estos utilizan esos fondos para la adquisición de activos reales (bienes y servicios) y cambian, vertiginosamente, la composición de sus carteras de activos, evaluando el costo de oportunidad de mantener diversas definiciones de liquidez y riesgo. Por lo que se supone que al aplicar medidas expansivas en materia monetaria llevaría a generar esa fuerza tan temida para los mercados y los agentes que lo componen, más aun en esta nación, como lo es la inflación.
La otra alternativa sería evitar la intervención, dando lugar a que el mercado, a través de “su mano invisible”, ajuste libremente: los bancos centrales harían caso omiso al “clamor” del mercado. Esto describiría la política seguida por el Banco de Inglaterra, apoyada por Mervin King, gobernador de la entidad. Mediante la aplicación de la misma cuando el nivel de actividad del gasto de los agentes en materia de consumo de bienes reales o financieros se vea disminuido por el valor que asuman ciertas variables, si el mercado no se ajusta rápidamente y no da la señal para que los organismos monetarios nacionales intervengan la situación se alojara con ciertos costos para la actividad.
En fin, esta polémica no es nueva. Es un debate ya planteado a comienzos del siglo pasado por grandes pensadores de la economía, lo cierto es que las realidades han cambiado, y en un mundo tan interconectado ningún modelo de política económica se puede copiar como molde para paliar ciertos problemas. Cada autoridad, deberá evaluar los costos correspondientes las respectivas pociones y optar por aquella que represente el menor costo a nivel generalizado, haciendo con esto que la economía por más que asuma sus costos lo haga de la manera más eficiente posible.
Por: Pablo Rivero
Miembro de la Fundación EGE, info@fundacionege.org