Accastello y su par de Villa Dolores pidieron por 4 años más. «Siempre hay que ir por más», dijo Cristina y eso le bastó a los dirigentes del frente. Se inauguró el aeropuerto que costó más de $ 30 millones con un color de militancia de kirchnerista.
Poco después de las 17, las radios de Villa María reproducían los títulos web que anticipaban el frustrado arribo de Cristina Fernández al acto de inauguración del Aeropuerto Regional de Villa María. La militancia kirchnerista que había comenzado a concentrarse desde las 14 lamentó la confirmación de la noticia y el clamor popular para pedir la reelección de la Presidenta apenas se dejó ver en una breve teleconferencia.
El intendente de Villa María Eduardo Accastello y su par de Villa Dolores, el radical K, Juan Manuel Pereyra, pidieron por 4 años y la mandataria nacional evitó ratificar el planteo con una confirmación oficial. «Siempre hay que ir por más», dijo Cristina y eso le bastó a los dirigentes del frente.
La ciudad convertida en bastión del kirchnerismo en Córdoba se colmó con más de 5 mil personas envueltos en banderas y color del denominado «Movimiento Nacional y Popular». Los más jóvenes volvieron a silbar al gobernador Juan Schiaretti – acompañado por gran parte de su gabinete – y el resto «pidió silencio» mientras el mandatario hablaba por teleconferencia con la Presidenta.
El aeropuerto lleva el nombre de Néstor Carlos Kirchner y fue construido por la empresa cordobesa Electroingenería, fuertemente vinculada a la obra pública de la Nación. Tiene una pista de 1.800 metros de largo y 30 metros de ancho. En él pueden operar aeronaves de carga y hasta un Boeing 737, así como aviones de viajes comerciales, privados del aeroclub y empresas de aerolíneas en general.
Los fuegos artificiales que había preparado el accastellismo quedaron para otra oportunidad y el acto tuvo la brevedad impuesta por la comunicación digital. El final dejó la sensación de frustración entre los manifestantes que llegaron para un acto de campaña por Cristina y solo presenciaron una formalidad sin demasiados brillos.