Violencia urbana Primera parte

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El crecimiento de la violencia urbana en la Argentina preocupa a la autora
de este artículo la Lic Elena Farah, quien en esta primera entrega plantea
un interesante ejercicio de búsqueda de causas e hipótesis comparativas con casos que ocurren en otros países.

Existe en el país, siguiendo el pensamiento de Saúl  Franco, un cierto cansancio y saturación de lo que se ha llamado relatar eventos violentos que implican cuantificar el número de muertos en cada uno de ellos. Es una forma popular de expresar la insatisfacción por los estudios por el fenómeno de la violencia que no supera el nivel descriptivo. Hay parte de razón, pero hay que tener cuidado. El trabajo de Saúl Franco sobre la violencia en su país, Colombia, tiene el siguiente estos sustantivos modelos conceptuales a los que yo me adhiero “Describir no es dar cifras aisladas de eventos. Describir es presentar el cuadro de una realidad con el mayor detalle posible. Permite, por tanto identificar los actores, el escenario y el contexto. La capacidad expresiva de los hechos y la fidelidad de su integridad de su descripción suministran buena parte de las claves para iniciar indagaciones que permitan establecer regularidades, relaciones y tendencias. La descripción rigurosa y sostenida en períodos de tiempos suficientes es imprescindible, para poder empezar el análisis la interpretación y las propuestas. Debemos tener en claro el contexto explicativo: un conjunto específico de condiciones y situaciones culturales, económicas y político sociales en las cuales se hace racionalmente posible entender la presentación y desarrollo de un problema, en este caso la violencia.”
Etimológicamente la palabra “causa” se origina del griego “aitia”, y tiene un significado de acusación, de atribuirle algo a alguien en un contexto de predominio jurídico penal. Hay que tener en claro tres conceptos: la inequidad, la intolerancia y la impunidad . En una investigación sobre el debate entre la explicación económica y la sociológica Laura Golbert (UNSAM)–cedes y Gabriel Kessler (CONICET) extraeremos lo mas sustantivo. El punto de partida es que la asunción de comportamientos racionales es válida para lo que podría llamarse “crimen organizado”, es decir aquellos que están optando por una carrera criminal o que, al menos, realizan una planificación estratégicas de sus acciones delictivas. El fenómeno más novedoso –o al menos, el que más preocupa a la opinión pública– no parece ser este tipo de delincuencia, sino el que podría calificarse como nuevas formas de delito y violencia, violencia que podríamos calificar de anómica, marcadas por el repentismo, por la falta de planificación; cuyos protagonistas no parecen tomar en consideración el riesgo ni la relación  costo-beneficio de sus acciones. La hipótesis de las que partimos es que muchos de los protagonistas de las nuevas
formas de delito y crimen en la Argentina no actúan de manera racional en el sentido tradicional. Para que un individuo se transforme en un actor racional es preciso contar con una base de socialización exitosa y un estado personal en el que pueda realizar las operaciones básicas que precisa todo cálculo costo–beneficio. Según el indicador de tasa de muertes por armas de fuego cada cien mil habitantes, nuestro país aún se encuentra muy por debajo de los países (y en especial de las grandes urbes) más violentos del mundo. Sin embargo, datos más recientes señalan un dramático acercamiento entre la Argentina y países que presentaban tasas de violencias muy por encima del país. Pero si efectivamente estamos frente a un actor que no toma en consideración el riesgo que para él significa cometer un homicidio la posesión de armas por parte de la población puede aumentar la ola de violencia. En suma, la evidencia empírica muestra que la existencia de una correlación entre desempleo y delincuencia se halla en pleno debate, estudiándose alternativas posiblemente más fecundas, como la que existiría entre delincuencia y desigualdad social (Hagan y Peterson 1995). De todos modos, aún puede decirse que, a nivel de los datos agregados, el desempleo tiene cierta influencia en las causas de la delincuencia juvenil y crimen adulto. En próximas entregas vamos ir analizando las variables que influyen en esta temática: familia, escuela, trabajo, condición social, etc.

LIC. ELENA M. T. FARAH
elenafarah78@hotmail.com
DNI 6.396.189
Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Egresada de Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)

 

 

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