La Argentina está evaluando demandar a la Unión Europea (UE) ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por una medida restrictiva para el comercio de pollos. Debido a que a partir del próximo 1º de julio, el Viejo Continente abandonará el sistema de arancel porcentual sobre la carne aviar salada y cocida que compra, para implementar otro de arancel fijo y cupos de compras. Con ello, el cargo para lo que ingrese a ese mercado por fuera del cupo aumentará casi cuatro veces, al pasar del equivalente a unos U$S 430 por tonelada, a unos U$S 1.650 (1.300 euros).
Según las estadísticas del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), el mercado europeo representa 18% del volumen de carne aviar que despacha el país, y 32% del valor.
De allí que Cancillería y la Secretaría de Agricultura estén negociando con la Comunidad, a fin de que se le otorgue a la Argentina un cupo proporcional a la importancia que ha ganado estos años, y que la ha convertido en el tercer proveedor de pollo de Europa. Las firmas que exportan al Viejo Continente son Rasic, Tres Arroyos, Soychú, Las Camelias, Fepasa, Noelma, Pollolín, Cabaña Feller, Supermercados Toledo y Capitán Sarmiento.
El problema desde el principio
Tradicionalmente, las pechugas (los cortes más caros del pollo, de unos U$S 3.000 por tonelada) podían entrar a Europa de tres maneras: tal como salen del pollo (producto llamado in natura), pagando 1.024 euros por tonelada; saladas (en el capítulo «partes y despojos aditivadas», con un arancel de 15,4% sobre el valor, unos U$S 420), y como carnes cocidas, con un 10,2% de arancel.
Así las cosas, «entre 2002 y 2003, los importadores europeos vieron que era buen negocio comprar productos salados, y Brasil y Tailandia los inundaron de envíos», cuenta Roberto Domenech, presidente CEPA.
Para proteger a sus productores, la UE decidió cerrar la posición de salada, y homologarla en 1.024 euros con la carne in natura. Brasil y Tailandia le abrieron entonces un panel en la OMC, que duró dos años y medio, y ganaron. El organismo le ordenó a la UE que volviera a abrir la posición anterior, con el 15,4% de arancel.
La UE se amparó entonces en una especie de salvaguarda, y les puso aranceles de U$S 1.300 por tonelada a las carnes saladas y cocidas.
Para evitar represalias de sus dos mayores proveedores, les dejó un cupo total de 230.000 toneladas a Brasil y 190.000 a Tailandia con el arancel anterior, mucho más de lo que hoy pueden enviarle. A la Argentina, en cambio, le tocaron casi 12.000 toneladas de cocida (que le alcanzan, ya que por ahora elaboran ese producto solo dos empresas), pero sólo 828 toneladas de salada, mientras que la diplomacia gestiona 20.000 toneladas.
Por Virginia Furlong
Miembro de Fundación EGE
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Rio Cuarto
10/05/07