Los nuevos cables de WikiLeaks sobre los graves abusos cometidos en la cárcel de Guantánamo por el gobierno norteamericano dejaron al descubierto que al menos una treintena de los detenidos tenía problemas psiquiátricos.
Según informa hoy el diario El País de España , uno de los que dieron a conocer la filtración, treinta presos padecían enfermedades psiquiátricas, depresiones profundas, graves trastornos de personalidad, varios intentaron suicidarse y al menos tres lo logaron, según las evaluaciones médicas a las que se les sometía en el campo Rayos X al ingresar en el centro carcelario.
Los nuevos documentos secretos del Departamento de Defensa norteamericano revelados por WikiLeaks demuestran que la mayoría de estos enfermos psiquiátricos pasaron años encerrados antes de ser trasladados a sus países de origen. La búsqueda de información primó por encima de la salud y sólo fueron entregados cuando se comprobó que su lamentable estado impedía obtener información de inteligencia fiable sobre Al Qaeda y sus grupos asociados.
Los casos son reveladores. Modulá Abdul Raziq fue detenido en Afganistán por fuerzas antitalibanes y llegó a Guantánamo en enero de 2002. Los informes señalan que desde su llegada exhibió «extremos comportamientos psicóticos» como rasgar su uniforme, atar trozos de ropa en sus extremidades, consumir sus heces, beber champú, orinar en su cantimplora, arrojar agua sucia y escupir a los guardianes.
En su informe, a Juma Muhamed Abd al Latif al Dosari, de 38 años, natural de Bahréin se le atribuye hasta una docena de «serios» intentos de suicidio. «El más reciente fue en diciembre de 2005, cuando se cortó el cuello», recoge su ficha fechada en julio de 2006. Pasó cinco años en Guantánamo, donde se le consideraba como un preso de alto riesgo y alto valor de inteligencia por haber reclutado supuestamente a una célula de yihadistas en Búfalo (EE UU). Un recluso le identificó como cocinero de Al Qaeda. Fue transferido a Arabia Saudí.
El saudí Mishal Awad Sayaf Alhabiri, de 31 años, intentó suicidarse colgándose en su celda y terminó en una silla de ruedas. Permaneció en Guantánamo durante tres años hasta ser entregado a Arabia Saudí.
Sahakruj Hamiduya, preso uzbeko de 31 años, estudiante de taekwondo, confesó haber ido a Afganistán a participar en la yihad contra los infieles para vengar la muerte de un familiar. Intentó suicidarse en dos ocasiones con un trozo de sábana. Sufría alucinaciones, pero permaneció cuatro años preso.
Yasser al Zahrani murió en su celda de Guantánamo con 21 años. Según el Ejército norteamericano se suicidó con su sábana el 10 de junio de 2006, el mismo día que otros dos presos, en una acción coordinada de protesta. Había entrado al campo con 17 años y en su ficha se aseguraba que su nivel de riesgo era medio y el de inteligencia bajo.
Ayman Said Abdulá Batarfi, de 41 años, médico yemení de Ben Laden en las cuevas de Tora Bora (Afganistán). «Tiene buena salud, pero pobre estado mental… paranoia y esquizofrenia. No es dócil con el tratamiento a consecuencia de su psicosis», dice su informe secreto. Su cercanía al jefe de Al Qaeda y a otros altos miembros fue el argumento principal para mantenerlo preso durante siete años hasta su entrega a Yemen en 2009.
Mohamed Sadiq, de 89 años, afgano, entró en el penal el 4 de mayo de 2002 y fue sometido a la prueba del polígrafo, donde se demostró que no sabía manejar el teléfono satélite Thuraya que encontraron en un registro en su casa. Tampoco conocía la identidad de una lista de teléfonos sospechosos de estar relacionados con el movimiento talibán. Pasó cuatro meses encerrado en su celda hasta que un informe del general de división Michael E. Dunlavey recomendó su entrega a las autoridades afganas por su enfermedad y porque no tenía «ningún valor de inteligencia para EE UU».
Fuente: La Nación