«Todo el mundo me ve igual a ella, pero yo creo que no me parezco en nada.» María Isabel Gorrindo Sarli, «Coqui», no está obligada a pensar que el pasado de un cuerpo -y, sobre todo, las huellas que dejaron miradas deseosas y multitudinarias sobre ese cuerpo- puede replicarse en otro y hacer de los dos uno solo, aunque el parecido entre ellos sea ilusorio. Nosotros, en cambio, no podemos quedarnos callados: eso es lo que sentimos cuando, sumergida al natural en el agua turquesa, abre los brazos reimprimiendo sobre un imaginario de colores ya gastados -como un Simulcop subido de tono- la imagen de su mamá adoptiva, la marmórea Isabel Sarli. La invitación es apetitosa: no todos los días se puede programar un déjà vu.
Fuente: La Nación