La tentación del perejil

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«Nosotros creemos que hay un nexo ineludible entre las refaciones que se hacían en la casa, donde la intimidad de la familia Macarrón había quedado expuesta, y creo que debemos dirigir la atención ese sentido». La sentencia le pertenece a Diego Estévez, abogado de la familia Dalmasso, quien adelantó que hará un pedido formal ante el fiscal Javier Di Santo para avanzar «en esa dirección».
El ex conjuez apartado de la causa por las explosiones en la Fábrica Militar de  Río Tercero tras recurrir en su fundamentación a citas del sitio web «el rincón del vago», parece una vez más haber incurrido en el camino más corto del análisis judicial.
Estévez dirige sus sospechas a un presunto violador y asesino hasta hoy no investigado y realiza un rápido vínculo con las obras en la vivienda donde ocurrió el crimen. Cualquier parecido con lo sucedido con Gastón Zárate podría no ser pura coincidencia.
Estévez señaló que el asesino de Nora Dalmasso «conocía muy bien la casa, sabía que era de fácil ingreso, no hubo violación de puertas y ventanas y el sistema de alarma estaba desinstalado por las reformas».
«Esta información solo la podían tener quienes vivían en la casa y  quienes habían estado allí los días previos al hecho», sentenció el abogado quien sin más argumentos que ese cúmulo de especulaciones busca direccionar la pesquisa hacia el eslabón más débil de la cadena de hipótesis.
La causa ya tuvo protagonistas tan disímiles como insospechados en la secuencia de imputados: el abogado Rafael Magnasco, el pintor Gastón Zárate y el hijo de Nora, Facundo Macarrón. Dos de las acusaciones fueron a través de la insípida calificación de sospecha leve y, curiosamente, la más severa condicionó a Zárate.
La búsqueda del asesino de Nora no debería seguir relacionada con medidas arbitrarias, ni descalificaciones prejuiciosas. Si la principal sospecha debe centrarse sobre pintores y albañiles, la fundamentación debería exceder la mera especulación. Es cierto que Estévez es querellante y no fiscal ó juez. Su opinión no tiene las consecuencias de un acto de imputación ó detención, pero sus dichos aportan preocupación.
La lección del perejil no solo fue el rechazo a la búsqueda desesperada de un culpable sino la advertencia de la lectura que la sociedad realizó del accionar judicial clasista.
Las presunciones vacías suman incertidumbre e indignación a un homicidio dominado por la impunidad. Nunca es tiempo para sumar perejiles.

Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar)

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