LAS PENAS SON DE NOSOTROS

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Un peón rural con su familia vive en un rancho levantado con cañas. La falta de trabajo lo obligó a abandonar la casa que ocupaba en Achiras.Escudero es hombre de campo. Tiene las manos arrugadas y una pierna traicionera que le recuerda que ya hace 64 años que empezó a pelear esta vida.
Esa edad que declara en voz baja cuando busca una changa.
Es que, el trabajo escasea; y a mal de muchos, se prefiere a los peones jóvenes. Por eso mismo no pudieron seguir pagando el alquiler y debieron hacerse un rancho en el cañaveral al costado de la ruta.
“Yo siempre trabajé de peón pero desde hace tiempo es difícil de conseguir una changa por el tema de la edad. Por eso nos tuvimos que venir a vivir acá” explica Juan Escudero.
Lo más difícil de vivir así es no tener agua, no poder usar un baño con comodidades, pero no queda otra. Para colmo somos una familia numerosa” dice Rosa, mientras señala a sus cinco hijos.
En el mes de abril la familia debió desalojar la vivienda que alquilaban en Achiras y trasladarse a ese pequeño terreno ubicado en la zona de cuatro vientos a 22 kilometros de Río Cuarto.
Utilizando las cañas que crecen en el lugar, la familia construyó la humilde vivienda revestida de bolsas.
Por lo demás una quinta de tierra arenosa y un despoblado corral de gallinas completan el paisaje.
Sitiados entre el arroyo y la ruta, la pobreza y la esperanza, los escudero luchan para salir de este presente de paredes de caña y platos vacíos, y hasta porque no conseguir un trabajo ese mismo que es capaz de hacer brillar esos tristes ojos claros.
“ a mi los que me gusta es trabajar en el campo subir a los tractores y recorrer la tierra”, concluye el hombre, mientras regala por primera una sonrisa.

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