Dos adolescentes mueren por nadar en aguas prohibidas

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La temporada de verano tuvo su inicio trágico: dos chicos de 14 y 15 años desaparecieron en la Ribera de Quilmes (uno fue encontrado sin vida y al otro lo siguen buscando). Otro de 17 murió ahogado en una tosquera en Pilar
Las altas temperaturas ya se cobraron sus primeras víctimas. En este caso, tres menores de 14, 15 y 17 años que fueron sepultados bajo las aguas en distintos puntos del conurbano bonaerense.
Dos adolescentes desaparecieron en la noche del lunes mientras nadaban junto a otros dos amigos en el extremo sur de la escollera del Club Náutico, en Quilmes. El padre de uno de ellos los custodiaba a lo lejos, cuando el río sufrió una crecida brutal y repentina.
Los esfuerzos del hombre por rescatarlos fueron en vano, por ende acudió inmediatamente al personal de la Prefectura Naval Argentina. Según informa Diario Popular, el prefecto Ricardo Oviedo declaró que «el rastrillaje se hizo de forma acuática y terrestre».
«Comenzamos la misma noche del lunes, una hora después que ambos fueron vistos por última vez. Intentamos sostenerla durante la noche, pero debido a la fuerte crecida y la falta de iluminación debimos retomarla a primera hora de la mañana. A las 15.30 de ayer fue hallado el cuerpo que, se estima, sería de uno de los chicos».
En tanto, en la localidad de Manzanares, Pilar, un joven de 17 años identificado como Gonzalo Lencina murió ahogado en una tosquera ubicada en los fondos del Country Lago.
De acuerdo al relato de los amigos que se encontraban presentes, Gonzalo «se tiró e inmediatamente se fue para abajo». Trataron de rescatarlo pero fue imposible, entonces acudieron a los bomberos que, al llegar, encontraron el cadáver.
Las tosqueras son profundos pozos originados a partir de la extracción de tosca, un mineral que se utiliza para la construcción de caminos y edificios. La acumulación de lluvias hace que se formen «lagos» de 4 o 5 metros de profundidad, en los que no obstante, está prohibido bañarse.
Ocurre que, dentro del agua, se generan remolinos producto de la diferencia de temperatura al fondo de la zanja y la superficie, que se calienta por el sol. A esta circulación se suma el impacto de la persona, que genera movimientos ascendentes y descendentes.
El prefecto Ricardo Oviedo aseguró que, pese a los carteles que advierten sobre la peligrosidad de la zona, «la gente se mete igual». Añade que, a la hora en que los dos menores se sumergieron en las aguas de la ribera de Quilmes, ya no había guardavidas. Por eso pide que la gente «tome conciencia a partir de este hecho desgraciado».

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