Irán ahorcó a 11 personas ligadas a un grupo rebelde sunita que causó la muerte de 39 personas en un ataque con bomba contra una mezquita, dijo el lunes el Ministerio de Justicia, mientras un oficial militar pidió a Pakistán eliminar a «terroristas» en sus fronteras.
«El pueblo de la provincia de Sistan-Baluchestán, en su contínua campaña contra los elementos de la crueldad e inseguridad, colgó a 11 personas en la prisión de Zahedan», indicó el Ministerio en un comunicado publicado por la agencia semi-oficial de noticias Fars.
También indicó que los ejecutados eran seguidores de Jundollah, un grupo que según Irán está ligado a Al Qaeda y que reivindicó el doble ataque suicida del 15 de diciembre contra fieles chiitas en la provincia sudeste, que colinda con Pakistán.
Irán esperaba que Jundollah quedara neutralizado cuando ejecutó a su líder, Abdolmalek Rigi, en junio. Pero el ataque a la mezquita en la ciudad de Chabahar, que dejó más de 100 personas heridas, fue la acción más reciente del grupo para mostrar que está devolviendo los golpes.
Jundollah dice luchar por los derechos del pueblo baluche, una minoría étnica que según el grupo enfrenta un «genocidio».
Las familias de las víctimas del ataque enviaron una carta al presidente pakistaní, Asif Ali Zardari, pidiendo «medidas serias» contra Jundollah y otros grupos «terroristas», reiterando un llamado de algunos funcionarios iraníes.
«Estos grupos anti-revolucionarios que han sido albergados en países vecinos como Pakistán y reciben apoyo allí deberían ser perseguidos y eliminados del territorio pakistaní», dijo Qolamali Rashid, un oficial militar, según reportó Fars.