Ocurren gestos en la ciudad olvidada. A media mañana, reunidos por voluntad y elección de los habituales integrantes, mientras tomábamos el café en el lugar más hostil de la ciudad (pero jamás faltamos y si lo hacemos es por casos extremos) ingresó un señor amplio, con una valijita en la mano. Eligió mesa, desplegó su compu y cuando estaba por meterse en su mundo apareció un pibe pidiendo ayuda. El amplio hizo señas, llamó al mozo y ordenó un desayuno completo y un café. El pibe se empachó de alegría. Nos miraba, masticaba y reía. Al final, el amplio acomodó su corazón solidario, guardó todo en la valijita, abrió el abrigo azul, creo que se vieron las alas de un gordo bueno y partió raudo hacia otro lugar de la ciudad…
R.L.