Estados Unidos registró la cotización más baja de los crudos de petróleo desde el 2001. Los WTI (West Texas Intermediate) fueron negativos, por lo que el vendedor debía pagarle al comprador para que se lleve los barriles.
Este fuerte desplome se percibe a ojos de la sociedad como un factor que debiera de impactar en el precio de los combustibles, los cuales deberían bajar, para que luego disminuyan también los precios de los productos y los alimentos. Esta asociación deviene dado que, cada vez que el país sufre un aumento en el barril de petróleo impacta de forma directa en el incremento de precios de las naftas y luego en la mercadería y/o servicios.
¿Entonces si se desplomó la cotización del petróleo a nivel global, porque no baja el precio de las naftas en nuestro país?
Para responder esta pregunta, en Telediario dialogamos con Guillermo Pereyra, Secretario del Sindicato de Petroleros y Gas Privado, quien explicó que: “el precio de combustible sigue congelado por causa del decreto 566 de Mauricio Macri, quien fijó el precio del combustible, ya sea para que no incremente o para que no baje, pero esto se hizo cuando la cotización se encontraba en su punto máximo, y el barril de Brent valía alrededor de 63 USD”. Este decreto por lo tal, no permite que en nuestro país el precio de los combustibles baje y sea coincidente con el precio de los crudos de petróleo que por este momento cotiza a menos de cero.
Esto demuestra, una vez más, las debilidades del gobierno de Maurio Macri para generar políticas públicas transversales, capaces de defender el federalismo y los intereses de los argentinos frente a la confluencia económica internacional y los intereses financieros de las empresas extranjeras, a las cuales una vez más, como consumidores nos encontramos subsidiandoles las pérdidas.
A esta injusticia, que golpea a todos los sectores en un contexto sanitario crítico, se le suma el reclamo histórico por la federalización de los precios de combustibles que llegan a registrar diferencias de hasta un 12% en provincias del interior en comparación con los precios que se manejan en la provincia de Buenos Aires. Entonces, no solo no competimos en igualdad de condiciones frente al mercado internacional, sino que tampoco lo hacemos dentro de nuestro país.
Esta situación indigna y desconcierta a los consumidores que sienten un profundo maltrato a su integridad como ciudadanos al no percibir, desde el gobierno, políticas públicas que sean capaces de abordar de manera justa y equitativa recursos cruciales para el desarrollo del país, como resulta el tratamiento de los precios de los combustibles.
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