La enseñanza para un uso seguro de Internet es indispensable. Tras varios años de trayecto es ineludible actualmente, una diferente “sacudida” que pasa por instituirla de modo curricular en el aula y por efectuar una orientación hacia la formación de plenos ciudadanos y ciudadanas digitales. Este trabajo es imprescindible para el futuro de una niñez en red sin riesgos. En varios países se está trabajando para la información, la sensibilización y la formación en el uso sin riesgos de Internet, agregando la telefonía móvil y los videojuegos.
La necesidad de esta tarea de resguardo de la infancia y la adolescencia es incuestionable, no sólo por las referencias que disparan las investigaciones referidas a estos riesgos, o por la cotidianidad que se vive en hogares y aulas, sino también por el llamamiento que se está ocasionando desde varias demandas. Esta educación tiene que hacerse desde la escuela. Hay que precisar el escenario para el aprendizaje, realizándolo tanto de manera formal como en un contexto informal, pero… ¡hay que hacerlo! Dada la importancia del tema todas las recomendaciones se focalizan a que se la incluya curricularmente. Tenemos que dirigirnos hacia una ciber-ciudadanía activa y responsable ¿Por qué digo esto?: antes los niños usaban Internet y ahora viven buena parte de su vida en ella, por tanto creo que hay que comprender nuevas líneas de intervención con mayor trascendencia e influencia en el tiempo. Está claro que, en la medida en que la Red ha cobrado mayor protagonismo, por importancia e incidencia como entorno de socialización y convivencia, se hace más evidente que los niños y adolescentes van a ser más independientes y sujetos a sus propios razonamientos que a las recomendaciones paternalistas de los que se han venido valiendo. Aclarando que esos consejos no deben desaparecer porque cumplen su misión, y la siguen cumpliendo, en las edades más precoces, pero van quedando insuficientes a medida que avanza el desarrollo vital. Se destaca que detrás de este plan subyacen dos temas: 1-el focalizar la acción en las personas y sus actitudes y no tanto en las tecnologías que utilizan. Las personas prevalecen y las tecnologías cambian. 2- Reflexionar la seguridad en la red como una condición necesaria pero no suficiente. El objetivo sobre el desarrollo armónico de las personas online debe ir más allá de esquivar ser víctimas de determinados peligros, sino el proponerse el progreso de capacidades ciudadanas sobre la base de valores consistentes y destrezas para la vida. Cuando se desafía una actividad, como es la educación para la ciber-ciudadanía responsable, creo necesario arrancar por hacer un replanteo holista desde las raíces. Por ejemplo, la dificultad de formar ciudadanos surge de un alto porcentaje de adolescentes que están en falta de las actitudes cívicas y de los valores necesarios para ejercer la ciudadanía. Por otro lado, es posible que no tengamos claro qué significa el concepto de ciudadanía digital para las nuevas generaciones. La vida online ha pretendido un rompimiento substancial con lo anterior y, en ese contexto, se han ido creando nuevos códigos y acuerdos de manera permanente. El concepto de ciudadanía contiene determinados valores universales que, acompañados de las idoneidades psico-sociales necesarias y en función de los conocimientos y circunstancias particulares, se convierte en maneras y cualidades. Pero, mientras el concepto de ciudadanía puede estar consensuado en nuestra sociedad, el de ciudadanía digital se está especificando. Los diversos estudios sociológicos han comprobado la conducta de la sociedad y su evolución pero todavía estamos tratando de saber qué hacen los “nativos digitales” en la Red. Es arduo inmiscuirse sobre lo que no se conoce bien y que tiene indicadores de progreso difíciles de obtener.
A diferencia de otros argumentos, en el ciberespacio escaseamos de varios elementos fundamentales para la educación de ciber-ciudadanos. Por orden de importancia, se pueden citar al menos tres recursos con los cuales no podemos contar: 1-un comportamiento propio que ofrecer como modelo a imitar, 2-la posibilidad de presencia para la orientación, ayuda o intervención, 3-el conocimiento del contexto
Para terminar, resalto un aspecto primordial para el ejercicio de la ciudadanía y es reconocerse y reconocer al otro como sujeto pleno de derechos y obligaciones. También lo es la existencia de límites, de normas y leyes claramente definidas que facilitan la convivencia protegiendo nuestros derechos y estableciendo las reglas de juego. En la Red todo esto es mucho menos apreciable, más borroso y volátil: Porque ¿que es lo que pasa?: No se quién es el otro, ¿es realmente quien dice ser?¿cuál es el límite?¿lograrán saber que soy yo?¿pagaré las consecuencias? Lo que sabemos de ciudadanía es que ésta es implicación, responsabilidad, respeto y cuidado del otro. La despersonalización y el anonimato no son los mejores compañeros de la ciudadanía. La ciber-convivencia se encuentra así comprometida, constantemente, con mayor facilidad.
LIC ELENA FARAH