En los últimos años los especialistas y formadores de jóvenes están debatiendo el alto impacto de las tecnologías en las emociones y acciones de nuestros jóvenes en busca de una identidad constante pero fragmentada. Hoy podríamos hablar que interactúan desde un “no lugar” pues carece de significancia profunda y lógica.
Algunos autores hablan en esta “pos modernidad líquida”, al decir de Baumann, de la “destrucción de la escuela”, tema a debatir entiéndase bien, destrucción como ámbito productor de sentido. Se inscribe así en los procesos de debilitamiento del Estado-Nación, y en la aparición de condiciones ya arribas mencionadas, ligadas con estos “tsunamis” tecnológicos que pertenecen a la globalización de los mercados.
Hoy aparece una nueva “sociedad de control”, parafraseando a Deluze, donde el mercado, las marcas y el pasaje de lo privado a lo público de nuestra intimidad, crean un contexto de exposición de nuestro cuerpos y emociones, de un “estado privado a un estado de espectáculo”, «antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet» dice la antropóloga Sibilla. ¿Como manejarnos en estos nuevos escenarios públicos virtuales, donde la familia no es lo que era, los jóvenes tampoco y la escuela fundante de la modernidad se desmorona?. Caen los lugares, la escuela, la privacidad, pero existen experiencias donde todo fluye en el éter. Son redes que van y vienen, reclamando cada vez más exposición de nuestra cosa íntima para que los jóvenes encuentren una identidad, aunque sea virtual. El riesgo es que en esta sobre dimensión de lo íntimo a través de los blog, fotolog, y redes sociales, se desdibujan los valores como el pudor, pensado como defensa de cuidado de mi cuerpo y mente, pasando a ser una mercancía pública. Es como un desplazamiento de los cuerpos a lugares insospechados. Así perdido el control propio de las personas sobre su cuerpo, tienen vía libre sin control los dueños del mercado del sexo, droga y exitismo aprovechando la necesidad de los jóvenes de mostrarse, teniendo como valor jerárquico lo estético y las necesidades de triunfo y reconocimiento por sus pares. Todas éstas son sensaciones cortas, inmediatas y fragmentadas. Así como nosotros percibimos estas problemáticas, así están como problemáticas en las mentes de nuestros jóvenes. Reciben sensaciones placenteras fugaces. Y con todas éstas adjetivaciones construyen su mundo, confundiendo en muchos casos ambas realidades: una virtual y otra real. ¿No será que en el éter encuentran lo que no hemos, los adultos, construir para ellos? Es un tema para debatir, como la metamorfosis de la cultura contemporánea. La familia cambió, como casi todo, está en crisis. Ahora hay un estímulo al cambio. Y mostrar la intimidad tiene que ver con el hecho de que es lo más valioso, aunque se trate de cosas banales. Pero en algún punto dejó de ser íntimo, porque perdió su opuesto, lo público. Antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet. Formaba parte de la definición de lo íntimo el pudor, lo oculto, había que cerrar las ventanas y puertas. Ahora se pone una webcam que muestra todo lo que se hace dentro de una casa. Podríamos agregar también que ahora todos nos transformamos en lectores y escritores.
Por Internet, todos podemos ser emisores, todos podemos dar a conocer lo que hacemos, todos podemos mostrar nuestros videos, nuestras imágenes, podemos transformarnos todos en periodistas, todos en escritores. Un blog sólo existe porque se lo ve. Si no, no lo publicarían. No es como el diario íntimo que, al contrario, tenía que guardarse en el cajón. Y ese autor que recibe los comentarios, comenta al comentador, y hay un régimen de correspondencias y reciprocidades. Entonces no hay una separación tan radical entre autores y lectores. La revista Time realiza desde hace décadas una célebre elección de la personalidad del año. En el 2006 fue elegido “Usted”. La tapa era una superficie que mostraba un espejo. Y como invento del año se eligió Youtube. Con esto quiso decir que los protagonistas somos nosotros y lo que mostramos.
Se me ocurre pensar que ¿Internet sería como «El Aleph» de Borges?
Y…sí. Si tomamos cuentos de Borges como «El Aleph» o «El jardín de los senderos que se bifurcan», estos servirían como metáforas de lo que es hoy Internet: un espacio que no tiene espacialidad, o tiene una espacialidad virtual, y que sin embargo es capaz de hospedar todo; tiene una vocación de totalidad: entran todos los libros del mundo, todas las imágenes, todas las películas, todas las necedades también, o sea, todo. Todo lo importante, y lo no importante también. Internet sería, no la Torre de Babel, sino «La Biblioteca de Babel». Internet parecería realizar esos imposibles borgeanos.
LIC ELENA FARAH