En el tercer trimestre de 2009, último dato publicado por INDEC, el mercado de trabajo volvió a replicar el mismo comportamiento de deterioro evidenciado en el segundo trimestre, haciéndose eco de la crisis internacional y mostrando la caída de los principales indicadores laborales en Argentina. La suba interanual del desempleo en el país marca el retroceso del sector productivo en estos últimos trimestres como consecuencia de la recesiòn mundial, subiendo con respecto al periodo julio-septiembre de 2008.
El deterioro de las expectativas entre los distintos sectores de la economía nacional y local como resultado de la depresiòn que ha inundado al mundo en su conjunto, confirma el panorama de desmejoramiento a nivel global en la actividad productiva. De todas maneras, no es un dato menor conocer que muchos países avanzados ya comienzan a exhibir crecimiento en sus economías mejorando en parte las expectativas para el mediano plazo.
Los últimos datos oficiales indican aumento del desempleo nacional de 1,3 puntos porcentuales entre el segundo trimestre de 2009 e igual periodo de 2008. De los datos correspondientes al último relevamiento se vislumbra un leve aumento en la tasa de actividad -es decir el crecimiento de la población económicamente activa (PEA) sobre la población total-, por lo que un mayor número de personas se han incorporado al mercado de trabajo en el país pero una buena proporción de ellas no consiguieron trabajo. El 9,1% de desocupación está representado por 1,03 millones de personas que forman parte de la PEA pero que no encontraron empleo entre julio y septiembre de 2009, mientras que sí lo hicieron 10,3 millones. Como es de esperar, la tasa de empleo exhibió una caída de 0,2 puntos porcentuales con relación a 2008. En comparación al segundo trimestre de 2009, se observa un aumento en el indicador de desempleo, pasando de 8,8% a 9,1%, según INDEC.
La crisis ha golpeado fuertemente al sector productivo en el país aunque con un rezago considerable a comparación del momento en que la recesión mundial explotó en las economías mas avanzadas del planeta, y por tanto el mercado de trabajo sufrió las consecuencias varios trimestres después. En un contexto donde las principales potencias mundiales parecen recuperar su crecimiento tras la debacle financiera, el país navega entre conflictos políticos y sectoriales irresueltos, situación que continúo a comienzos de 2010 con la “novela” Redrado – Gobierno.
Sin embargo, no todas las actividades sufrieron un comportamiento homogéneo. No hay duda que el sector automotriz fue el más afectado al igual que gran parte de la industria metalmecánica y la construcción, la cual ya venía sufriendo una desaceleración desde el año 2007. En el caso de la industria alimenticia se mantuvo estable o creció levemente dado que se trata de bienes que poseen una demanda bastante inelástica –no se modifica significativamente ante variaciones de los precios- por tratarse de productos de primera necesidad que se originan a través de un proceso productivo que transforma una materia prima perecedera.
La recuperación tras una crisis siempre constituye un proceso lento. Variables psicológicas y económicas se combinan para explicar el comportamiento de los agentes y dan como resultado esta paulatina recuperación que se viene observando en la economía nacional. Es necesario tener en cuenta que cuando la actividad económica deja de crecer tal como lo ha hecho estos últimos trimestres, la recuperación no es ni automática ni proporcional ni lineal. No es automática en el sentido de que una vez repuesta la liquidez, la recuperación de la actividad demora hasta que se recomponen los canales de “lubricación” y las decisiones de consumo e inversión. No es proporcional en el sentido de que la actividad puede no crecer al mismo ritmo que traía previo al parate, es decir que la economía puede quedar deteriorada y pasar a crecer a una tasa inferior. Y no es lineal en el sentido de que cuando la economía no crece o cae, pueden dispararse derivaciones de segundo orden que realimenten el estancamiento y empeore la salida. Por lo tanto, el proceso de recuperación conlleva un sin número de ajustes de mediano y largo plazo con consecuencias en las variables reales, como por ejemplo el empleo.
Por Lic. María Luján Fernández Rotelli