Gamsur no fue un gran negocio. Ni siquiera es un buen negocio. Para los privados es simplemente un cáncer y para los riocuartenses un servicio que no puede dejar de prestarse. La búsqueda por desprenderse de la mixta tiene resultados impredecibles. En el municipio creen que el «Ok» que dio ayer el principal evaluador del proyecto por parte del Ejecutivo, Alejandro Martí, se trasladará a otros ámbitos de análisis y que la licitación dejará sin argumentos legales a la oposición. Sin embargo, la matriz económica del «mejor negocio para el Estado» esconde aún la letra chica del acuerdo.
Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar) – De los tres ejes de debate que se desprenden de la propuesta de Innviron, uno, quizás el más importante, no podía ser resuelto en la audiencia de presentación de la oferta que realizaron los máximos directivos de la multinacional, quien por primera vez le aportaron rostro y apellidos al sello empresarial.
Los que aseguran tras la exposición de ayer que la planta de gasificación para la generación de energía será contaminante son aventurados. Quien sostiene que está garantizada la no contaminación comete el pecado innecesario del apresuramiento. Un informe técnico debería ser resuelto por especialistas sin el carácter perentorio de las urgencias económicas. La certeza absoluta debe surgir necesariamente de un informe ambiental con respaldo científico.
Es válida la advertencia del ambientalista Rául Montenegro quien señaló que la inexistencia de otras experiencias similares en el país impiden cotejar los datos biológicos y químicos con otras prácticas. Esto ya resulta insalvable y obligará a hacer más exhaustiva la evluación pero de nada sirve la sentencia superficial por intereses sectoriales ó políticos.
Lo legal
Los otros dos ejes parecen estar a la medida de Innviron. El legal tiene una derivación imprescindible en la licitación que pidieron los propios empresarios. Los dueños de la firma apuestan a que en Río Cuarto sucederá lo mismo que en Córdoba, donde se convirtieron en el único oferente.
Si lo que se busca es generar la modalidad presentada para el tratamiento de la basura, la tecnología que poseen es única y la inversión millonaria. Nunca antes otra empresa ofreció un aporte similar.
El Ejecutivo promete hacer una exhaustiva descripción técnica para garantizar transparencia e igualdad de condiciones. La poca feliz frase de Marisa Arias, delegada de la Provincia, quien señaló en medio del debate que «las licitaciones se arman como anillo al dedo» es inaceptable para cualquier obra pública o prestación que realiza el Estado. Pero, en este caso, el dedo de Innviron parece ser el único en condiciones de recibir el anillo de bodas del municipio.
La discusión no está igualmente cerrada. A los empresarios les costó justificar porque se quedarían con la mayoría accionaria de Gamsur. La decisión parece surgir del interés del intendente Juan Jure.
El negocio
Gamsur no fue un gran negocio. Ni siquiera es un buen negocio. Para los privados es simplemente un cáncer y para los riocuartenses un servicio que no puede dejar de prestarse. La búsqueda por desprenderse de la mixta tiene resultados impredecibles. La deuda alcanzaría los 15 millones de pesos, según la estimación de la oposición, y el municipio aún debe pagar más de 4 millones por las acciones de los ex socios.
Innviron ofrece por el paquete accionario 18 millones de pesos, pero más de 3 millones se deberían destinar a capitalizar la empresa «cancerígena». Advierten, además, que no recibirán el pasivo ó lo descontarán del pago. Con estos números, Gamsur no fue, no es y ni podrá ser un gran negocio.
El canon anual que deberá enfrentar el Estado es de 2 millones 400 mil pesos, actualizable por fórmula polinómica cada 3 meses. Además, deberá enfrentar el costo de 60 pesos por tonelada para la basura a tratar.
El acuerdo no está cerrado y desde el municipio esperan poder minimizar el impacto financiero del convenio. El principal contrapeso surgiría del porcentaje que recibirían de la venta de energía y que Neil Williams no quizo revelar. El Ejecutivo quiere el 5 por ciento y los privados ofrecerían solo el 2.
Tampoco se conoce la rentabilidad anual que prevé obtener Innviron y que permitiría descifrar el rédito del negocio. La compañía recuperaría en 10 años la inversión a partir del contrato que le garantizaría Camesa para la distribución de energía a través del Sistema Interconectado Nacional. Si en una década salvan lo invertido, en dos el negocio será redondo.
En el municipio creen que el «Ok» que dio ayer el principal evaluador del proyecto por parte del Ejecutivo, Alejandro Martí, se trasladará a otros ámbitos de análisis y que la licitación dejará sin argumentos legales a la oposición. Sin embargo, la matriz económica del «mejor negocio para el Estado» esconde aún la letra chica del acuerdo.
La presentación de los directivos de Innviron no fue un mal paso, pero tampoco el fin del camino. Sin urgencias podría develarse una trama que revele algo más que un negocio empresario. Escapar de Gamsur no implicará nunca desprenderse de la responsabilidad del servicio.
«La necesidad nunca hizo buenos negocios.»
Benjamin Franklin