A 48 horas de que el Senado votase el juicio político a Dilma Rousseff, anularon el proceso por entender que hubo «irregularidades».
Así lo dispuso el Presidente Interino de la Cámara de Diputados, Maranhao, quien asumió el cargo el jueves en lugar de Eduardo Cunha, adversario de Rousseff y cuyo mandato parlamentario fue suspendido por la Corte Suprema.
Maranhao indicó que aceptó una demanda de la Abogacía General del Estado, que defiende a Rousseff y exigió la «nulidad» de la sesión del pasado 17 de abril, en que 367 de los 513 diputados aceptaron las denuncias contra la mandataria y dieron lugar al trámite.
Explicó que uno de los «vicios» detectados en esa sesión consistió en que los partidos políticos representados en la Cámara baja orientaron el voto de sus diputados, lo que no podría haber ocurrido en una decisión de esa naturaleza.
«No podrían los partidos políticos orientar una cuestión para que sus parlamentarios votasen de un modo u otro, toda vez que debían hacerlo de acuerdo a sus convicciones personales y libremente», explicó Maranhao.
El presidente interino de la Cámara baja también informó que ha pedido que el Senado devuelva el proceso a esa instancia, pese a que la Cámara alta se apresta para celebrar la votación definitiva sobre la posible apertura de un juicio político contra Rousseff.
Cautela
Rousseff apuntó que, aún sin saber las consecuencias legales de esa decisión, «es necesario continuar percibiendo lo que está en curso», que volvió a definir como un «golpe contra la democracia», contra su mandato y contra los programas sociales de su Gobierno.
Pese a la prudencia de las primeras palabras, Rousseff sonrió y se abrazó con el ministro de educación Aloízio Mercadante cuando llegó la noticia poco después del mediodía al Palacio del Planalto.
«Ahora canten, de aquí a poco», pidió Rousseff al público que recibió a los gritos la noticia sobre la decisión del presidente interino de la Cámara de Diputados, Waldir Maranhao.