En una maratónica y tumultuosa sesión, la Cámara de Diputados aprobó por amplio margen iniciar el proceso de destitución de la presidenta. El proyecto pasa al Senado, que tendrá la última palabra.
Aliados del Gobierno de la presidenta brasileña Dilma Rousseff ya admiten la derrota, según publicó hace instantes diario O Globo. Las «fuentes del Palacio» citadas por el columnista Jorge Bastos Moreno aseguran que la presidenta «luchará hasta el fin de su mandato».
Se trata de Orlando Silva, diputado del Partido Comunista do Brasil, quien afirmó que hubo «traiciones» de legisladores que habían prometido lealtad al gobierno y asumió que «promediando la votación la proyección indica que la oposición vencerá».
Los diputados de Brasil siguen votando. Decidirán si el proceso de juicio político a Rousseff debe avanzar y elevarse al Senado, o si debe ser archivado. Hasta el momento, el impeachment sumaba más de 300 votos a favor, de los 342 necesarios.
La votación comenzó a las 17.48 (misma hora en la Argentina) y cada uno de los 504 diputados presentes dispone de 30 segundos para emitir su voto y fundamentarlo.
Para aprobar el juicio político, se precisan al menos 342 votos, equivalentes a dos tercios de los 513 diputados totales.
Según la prensa local, los impulsores del impeachment ya contaban con más de los 342 votos necesarios.
Mientras la sesión se realizaba en la sede del Congreso, en Brasilia, miles de personas se manifestaban en las calles de las principales ciudades del país -incluida la capital- a favor o en contra de Rousseff.
Si 342 legisladores (dos tercios) votan a favor del impeachment, y el Senado ratifica esa decisión a inicios de mayo, Rousseff, de 68 años, será sometida a un juicio político que implica su separación transitoria del cargo. La sustituiría su vicepresidente Michel Temer, quien podría gobernar hasta fines de 2018, cuando finaliza el mandato, si los propios senadores declaran a Rousseff culpable en un plazo de 180 días.
La crisis política brasileña tiene en vilo a América Latina y es observada con preocupación por el resto del mundo, a menos de cuatro meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río.