Escuchó sus trágicas historias y las alternativas del peligroso cruce del mar Mediterráneo. Muchos, entre llantos, le pidieron ayuda y bendición. «No están solos», les dijo.
El papa Francisco mantuvo un emotivo encuentro con cientos de refugiados que se encuentran alojados en la isla griega de Lesbos, al tiempo que reclamó al mundo que responda de forma «digna» para resolver la situación, que calificó de «grave crisis humanitaria».
«He querido estar hoy con vosotros. Quiero decirles que no están solos. En estas semanas y meses, habéis sufrido mucho en vuestra búsqueda de una vida mejor. Muchos de vosotros habéis visto obligados a huir de situaciones de conflicto y persecución, sobre todo por el bien de vuestros hijos, por vuestros pequeños», dijo el Pontífice.
En el campo de refugiados de Moria, ubicado en la isla de Lesbos, lo esperaban cientos de personas. Muchos portaban carteles con inscripciones como «queremos libertad» y «eres nuestra esperanza». Entre ellos había yazidíes (una minoría religiosa de Oriente Medio), paquistaníes y kurdos. Una mujer rompió en llanto y le rogó que la llevara con él.