Crimen de Nora: Miralles investigará con policías locales y pidió al fiscal General más personal

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El viudo de Nora Dalmasso, Marcelo Macarrón, buscará sumar a Facundo como querellante en la investigación por el crimen ocurrido el 25 de noviembre de 2006. Así lo confirmó el abogado Marcelo Brito, asesor de Macarrón y de su hijo Facundo cuando eran investigados por el ahora ex fiscal de la causa, Javier Di Santo.
Brito manifestó en diálogo con FM Gospel que tuvieron un encuentro con el fiscal Daniel Miralles en el que plantearon el pedido y dialogaron sobre la causa. Brito reconoció que “el tiempo transcurrido atenta contra la investigación», aunque aseguró además que “hay un camino aún por recorrer”. El letrado se quejó porque el representante de la justicia no cuenta con la disponibilidad de tiempo para abocarse debidamente al caso.
Por su parte, el fiscal Miralles se reunió con el fiscal General de la Provincia Alejandro Moyano para solicitarle más personal que se destine exclusivamente a la causa. Por ahora, el funcionario estudia el expediente y aunque resolvió algunas medidas procesales «primarias» no hay una sola hipótesis de investigación ni una prueba que genere algún quiebre en la instrucción.
Miralles iniciará la nueva etapa del caso con policías de la Unidad Departamental «de estrema confianza» y no prevé sumar efectivos de Córdoba. La experiencia anterior recuerda el paso del comisario Rafael Sosa y otros agentes que terminaron sospechados por recepción de dádivas y fueron protagonistas de la peor etapa de la pesquisa.


Cortinas de humo

«A Nora la mató el olvido y el silencioso homicidio de la impunidad. Murió en manos de su asesino y otras tantas veces, en la recurrente mortandad de la justicia. La mató el morbo y los prejuicios cargados de fatalidad. Falleció tan sola, volvió a morir en la masividad obscena y cayó rendida sobre la muerte dormida. La mataron hace 9 años, casi 10. Murió en los que callaron, en el juicio moralista, en la criminal soledad. Nora es la muerte vencida, el homicida sin rostro, la voluntad del azar. Es la muerte sin velo, su ADN y el peor final…»

El fiscal Daniel Miralles asumió una lastimosa herencia judicial próxima a cumplir una década de impunidad. Las hipótesis fallidas y los imputados sobreseidos acumulan sus contradicciones en dos mil de fojas bajo el frío rótulo del «Caso Dalmasso». El crimen de Nora se revitaliza por espasmos mediáticos ó en la antojadiza selección del calendario sobre «sus fechas clave» de recordatorio. Nada más. El fiscal Javier Di Santo encajonó la causa al no poder cerrar sus sospechas sobre Marcelo Macarrón y entender «agotadas» las otras instancias de investigación. Las acusaciones del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad solo le sirvieron como argumento para huir del caso que signó para siempre su currículum como funcionario judicial.
Horas después de jurar como fiscal de Cuarta Nominación, Miralles confió a Telediario que le solicitó al fiscal General Alejandro Moyano la composición de un equipo especial para reactivar la causa. Es dificíl determinar el alcance que tendrá esa comisión y su real efectividad.
La causa y «sus daños colaterales» ya se devoraron la intervención fallida de 5 fiscales. Di Santo vio interrumpido su sueño de ascenso a juez de Cámara a pesar de ocupar el primer lugar en la lista y en los pasillos tribunalicios vinculan el cepo oficial a su participación como investigador del crimen de Nora. En el segundo escalón de la nómina aparece Fernando Moine, quien formó parte de aquel fallido poder tripartito al que se incorporó el fiscal cordobés Marcelo Hidalgo. Tampoco Moine fue ascendido.
Los tres fiscales compartieron la secuencia final de la búsqueda de un presunto amante homicida, donde desfilaron como testigos decenas de «cuasi sospechosos» y fueron la antesala de uno de los mayores papelones judiciales: la detención del «perejil» Gastón Zárate tras el apriete policial a un joven con discapacidad intelectual.
El fiscal Walter Guzmán, a cargo de la causa por «aprietes», minimizó los cargos y la instrucción se desvaneció en el olvido. Igual suerte sufrió la investigación por la entrega de dádivas del entorno del viudo Marcelo Macarrón a los investigadores cordobeses que pasaban sus noches en un exclusivo hotel de la ciudad.
La única condena que dejó el crimen de Nora Dalmasso fue al periodista Hernán Vaca Narvaja, responsable de la revista El Sur, tras una demanda de la familia Macarrón por sentirse «agraviada en su intimidad». La Justicia inoperante en la búsqueda de homicidas, se revelaba furiosamente efectiva en la preservación del status social y el cerrojo periodístico. Curiosamente, el entorno de la víctima prefirió en el último tiempo apelar a los medios porteños para descargar su reclamo ante la falta de avances en la causa, a pesar de las cadenas nacionales con especulaciones berretas y «revelaciones íntimas» que los mismos espacios comunicacionales desarrollaron sin tapujos.
Las escuchas que el fiscal Federal Enrique Senestrari aportó a la fiscalía para su análisis y que apuntan a un empresario millonario que ya había sido investigado por Di Santo, emergen como un aporte novedoso aunque de ningún modo concluyente. Sin datos objetivos que avalen las especulaciones de los investigadores que aparecen en las filtraciones telefónicas, la hipótesis podría recaer en otro episodio fallido de la instrucción.
Tampoco surge como una revelación prometedora el anticipo que el pasado lunes realizó el doctor Daniel Estévez a Telediario. El asesor legal de Juan y Nené Dalmasso siempre creyó en la hipótesis de un psicópata sexual. Según su propia reconstrucción de los hechos, el homicida habría aprovechado la soledad de Nora en su chalé de la calle 5 en la Villa Golf y en la noche lluviosa del viernes 25 de noviembre habría ingresado por la ventana «semi abierta» del sector donde realizaban reformas edilicias para sorprenderla al salir del baño. Una vez en el interior de la casa, habría trasladado a la víctima hasta la habitación de su hija y tras intentar someterla sexualmente, la habría ahorcado con el cinto de la bata. La presunción ya había sido rechazada por los forenses riocuartenses que intervinieron en las pericias, quienes negaron que existan indicios sobre una muerte producto de un intento de violación. A diferencia de las manifestaciones anteriores, esta vez el abogado querellante asegura tener a un sospechoso y le pidió al fiscal Miralles que lo investigue. La veracidad de sus especulaciones aún no tiene ningún respaldo objetivo y los dichos que se reproducen en nuevas cadenas mediáticas carecen de fundamento judicial.
Las contradicciones en el intento por reactivar la causa emergen en la propia querella. Mientras Juan Dalmasso especula con un móvil económico del crimen y espera que se profundice el análisis de las escuchas, su abogado ve como «muy improbable» esa línea de investigación y ratifica sus sospechas sobre un presunto psicópata sexual.
Con la presión histórica que se desprende de un caso emblemático, el temor a la prescripción en solo dos años y la pesada carga por convertirse en el fiscal de un homicidio que cumplirá una década de impunidad, Miralles intentará desempolvar el voluminoso expediente. La causa ya dejó demasiadas lecciones de perejiles y cortinas de humo.


A la deriva

La causa quedó desde hace más de un año estancada, sin imputados ni avances en la instrucción, inmersa en un cerco de silencio e impericias judiciales que promovieron la impunidad.
Los años transcurridos desde el homicidio en la Villa Golf derivaron en un clima de desinterés y resignación. El homicida podrá ufanarse de un crimen favorecido por la impericia judicial y un cerco de silencio que nadie pudo quebrar.
La última presunción investigativa, vinculada a la supuesta participación del viudo, Marcelo Macarrón, nunca pudo avanzar en los expedientes judiciales y no surgieron otros sospechosos.
El ADN no deja lugar a dudas sobre su ligazón con Macarrón, pero el fiscal no pudo cerrar ninguna de las otras instancias que hubiesen comprometido seriamente la situación del esposo de Nora.
Además, la hipótesis sobre la presunta participación de un trabajador del barrio ó el accionar homicida de un psicópata sexual tampoco ha sido reactivada.
El 1 de octubre del 2012, el fiscal Javier Di Santo recibió la interpretación que realizó el CEPROCOR del informe del FBI, elaborado sobre las muestras recogidas en el cuerpo de Nora Dalmasso y la escena del crimen, y el resultado permitió confirmar el origen de un “Haplotipo Y” -linaje masculino- y un ADN de mujer, hallados en la habitación del primer piso en la vivienda de la Villa Golf.
El Haplotipo Y fue advertido sobre el cinto de la bata y no corresponde a ninguno de los 29 hombres sometidos a una extracción de ADN. Entre ellos se encontraban Facundo, Marcelo y Félix Macarrón, vecinos de la víctima y otras personas que ingresaron a la habitación donde se encontraba el cuerpo de Nora.
Por su parte, el patrón genético femenino fue encontrado en el recorte de la sábana de abajo y genera menor expectativa entre los investigadores porque podría tratarse del ADN de algunas de las empleadas domésticas.

Desvaríos

La pericia genética realizada en los Estados Unidos había sido contundente: se halló ADN de Marcelo Macarrón en la zona genital y el cinto de la bata con el que ahorcaron a la víctima. Di Santo intentó profundizar la pista sobre un eventual arribo del viudo desde Punta del Este la noche del crimen, pero casi 4 años después no había registros comprobables.
Macarrón había reconocido que mantuvo relaciones sexuales con Nora 4 días antes del homicidio y los expertos genéticos afirman que las huellas genéticas pueden permanecer varios días en el cuerpo de la mujer. Sin otro elemento que pueda cercar al viudo, Di Santo desestimó la sospecha.
La prueba también favoreció a Facundo, quien estaba imputado por una extraña interpretación del fiscal. Una supuesta ventana temporal y el hallazgo de haplotipo Y condicionaban al hijo de Nora.
Como ocurrió con Gastón Zárate, la imputación de Facundo estuvo formalizada por pruebas endebles y desvaríos argumentales. Para detener al perejil se utilizó el confuso argumento de un joven con retraso mental y para acusar al hijo de Nora se describió una supuesta relación sexual que el fiscal jamás pudo probar mínimamente.
Lo curioso es que la autopsia forense señaló que Nora murió antes, durante ó después de una relación sexual brusca y en la zona genital solo se halló ADN de su marido, quien quedó totalmente desvinculado del caso.

Desincriminado

El desenlace de la investigación pericial permitió que Facundo Macarrón, hijo de la víctima y único imputado en la causa, sea desincriminado y no quedaron sospechosos en la causa.
La principal prueba para desvincular a Facundo y Macarrón surge del análisis del Ceprocor. Los rastros genéticos del viudo aparecían en la zona genital de Nora y el hallazgo había enfocado en él las sospechas.
Sin embargo, Macarrón había asegurado que mantuvo relaciones sexuales con Nora antes de su viaje a Punta del Este y el fiscal nunca pudo determinar que hubiese regresado de Uruguay durante la jornada del homicidio.
El Ceprocor señaló que el semen que se encontró en el cuerpo de Nora podría corresponderse con la relación que Macarrón dijo haber mantenido con ella el 19 de noviembre.
La titular del laboratorio, Nidia Modesti, precisó que el ADN puede permanecer en la zona vaginal con una relación de cuatro, cinco, siete días o más.
Algunos estudios dicen que pueden ser hallados hasta cinco días en cuello uterino, 10 días en útero y trompas y hasta 17 días en el tracto genital superior.

Por Pablo Callejón

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