River Plate e Independiente desecharon la gloriosa historia que los alberga y fueron más coherentes con sus pobres realidades en el torneo de primera división actual, donde habitan la mitad inferior de la Zona 1, pero al menos el local se consoló con una victoria agónica por 1 a 0 en el partido que cerró la quinta fecha en el estadio Monumental.
Aburrido en su desarrollo, desteñido en su estética y decepcionante en su contenido, así fue este encuentro que llevó a River a los siete puntos en la misma cantidad de presentaciones y al ‘rojo’ con dos unidades menos, ambos muy alejados de los 13 que exhibe orgulloso el líder Rosario Central.
Hubo un minuto del primer tiempo, el de la ‘desgracia’ para muchos porque fue el 17, en el que Claudio Aquino, que relevó a Martín Benítez como titular, falló con un remate sobre el travesaño una ocasión inmejorable para abrir el marcador y simultáneamente el técnico local Marcelo Gallardo sacó a Leonardo Pisculichi porque perdía la banda izquierda y puso en su lugar al uruguayo Camilo Mayada.
Las decisiones de los entrenadores muchas veces marcan los cursos de los partidos, y aunque esto no fue lo único que decidió la postrera victoria riverplatense, conseguida a seis minutos del final del juego por Lucas Alario, pone blanco sobre negro respecto de la lucidez expuesta de Gallardo y Mauricio Pellegrino en consonancia con sus actualidades futbolísticas.
Es que mientras River empezó a defender con buen suceso la Copa Libertadores ganada el año anterior, Independiente quedó muy alejado de cualquier expectativa en este torneo, el único que disputa en el actual semestre.
Lo bueno que hacía Emiliano Rigoni corriendo por la banda derecha de su equipo empezó a amortiguarse con la inclusión del uruguayo Mayada, dejando durante el segundo tramo del primer tiempo y la mayor parte del segundo con el dominio repartido, siempre dentro de un contexto de escasísimas jugadas claras colectivas.
Es que por momentos la propiedad del balón era repartida pero con un denominador común, ya que ninguno lograba romper la estructura defensiva del rival.
Eso provocaba que el juego se tornara tedioso ante la ausencia de ritmo, algo que se generaba por las constantes interrupciones que provocaban las faltas sistemáticas y los pelotazos como primer recurso y no como último.
Apareció un poco mejor River en el inicio del segundo tiempo, pero con el déficit apuntado, pero como Independiente no ofreció nada en el complemento, no sufrió en ningún momento.
Claro que River tampoco fue lo claro que exigían las circunstancias para consumar un triunfo que parecía posible y resultaba necesario, porque siempre acechó al ‘Ruso’ Rodríguez pero no ejecutó lo que insinuó.
El ‘Rojo’ recién género algo con el ingreso del uruguayo Cristian Rodríguez, una costumbre de este equipo cada vez que el ‘Cebolla’ pisa la cancha, algo que hace bastante poco por cierto, castigado permanentemente por lesiones musculares.
Y cuando la noche se moría en medio de truenos y relámpagos que anunciaban una tormenta por llegar, un centro de Gabriel Mercado encontró la cabeza de Alario, la respuesta insegura del arquero Rodríguez y el rebote del ex Colón que definió de zurda para concretar la apretada pero en definitiva merecida victoria riverplatense.
«Año bisiesto, año siniestro», reza el antiguo adagio popular. Si esto es tan así, a Independiente se le empezó a cumplir justo un 29 de febrero, día emblemático de cada cuatro años, porque dejó sus sueños arrumbados muy prematuramente y puso en la picota la continuidad de su entrenador Pellegrino. ¿Y River? River va.