Antes de iniciar su visita a México, el papa Francisco tuvo un gesto especial con la dirigente social argentina Milagro Sala a través de un estrecho colaborador. El Pontífice envió un rosario bendecido y le hizo saber a la líder de Tupac Amaru que está «preocupado por su situación».
Sala está detenida en Jujuy desde el 16 de enero. Las autoridades la encarcelaron por organizar un campamento frente a la sede de gobierno provincial, pero luego le imputaron un delito más grave que impide su liberación: asociación ilícita, fraude y extorsión.
Para hacerle llegar su respaldo a Sala, Francisco eligió a Enrique Palmeyro, un argentino de su extrema confianza y número dos de Scholas Occurrentes, el proyecto educativo que se inició en el Arzobispado de Buenos Aires y hoy trabaja a escala mundial.