La UNRC rindió homenaje al ex rector Leonidas Cholaky Sobari

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Se colocó una placa recordatoria. Cholaky estuvo al frente de la Universidad Nacional de Río Cuarto desde el año 1999 hasta 2005. Nacido en Chile, pagó con la cárcel su militancia política.

Se realizó en la Universidad Nacional de Río Cuarto un homenaje el ex rector Leonidas Cholaky Sobari, quien murió en enero de 2013. En una ceremonia de recordación en el aula magna se colocó una placa en su honor, en el hall de entrada de la Facultad de Agronomía y Veterinaria, unidad académica en la que se desempeñó como docente e investigador.
Así lo decidió el Consejo Directivo de Agronomía y Veterinaria, a solicitud de los integrantes del Departamento de Producción Vegetal –del cual Cholaky fue miembro-, disposición que luego fue acompañada por el Consejo Superior de la Universidad.
Cholaky estuvo al frente de la Universidad Nacional de Río Cuarto desde el año 1999 hasta 2005. De nacionalidad chilena, desterrado por la dictadura pinochetista, llegó a esta casa de estudios donde se desempeñó como docente, investigador y decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria, además de secretario general de la Universidad –entre 1990 y 1999-.
Este hombre, que pagó con la cárcel su militancia política y llegó a la UNRC en busca de un refugio hasta que pasara la tempestad generada por una de las dictaduras más sangrientas que vivió América Latina, de la mano de Augusto Pinochet, terminó dejando para siempre su Chile natal para radicarse en Río Cuarto, donde vio crecer a sus dos hijas y, en el final de su vida, disfrutó de sus nietos.
Aquella salida desesperada de 1975 llevó a Cholaky a encontrar su lugar en el mundo. Aquí pudo concretar sus sueños profesionales y afectivos y hasta alcanzar con el voto universitario el honor de ser durante seis años el rector de esta Universidad a la que le entregó su vida y de la cual se fue por la puerta grande y colmado de reconocimientos, provenientes tanto de sus pares docentes cuanto de los trabajadores y estudiantes.
Su aparente parquedad no fue un obstáculo para el acercamiento con los universitarios. Partidario de las conversaciones distendidas, de bajo perfil y dueño de cierta timidez. Riguroso, puntual, contundente en sus definiciones, de pensamiento socialista, admirador del Che y de Fidel, amigo de revisar los números, las proporciones, los porcentajes y las letras chicas, Cholaky dejó una marca propia, difícil de borrar.
Sus huellas quedaron grabadas en su empeño por capacitar a los trabajadores, que permitió a muchos de ellos terminar la escuela primaria, luego la secundaria y hasta iniciar una carrera de nivel terciario. También en la llanura de su estilo de conducción, en el hábito de llegar muy temprano por la mañana para comenzar su rutina, en la formación de sus alumnos de Ingeniería Agronómica, en sus trabajos de investigación y extensión y en sus 200 artículos publicados. En el aval otorgado a quienes compartieron con él el poder dentro de la UNRC, en la minuciosidad de su accionar, en su vasto conocimiento del paño universitario y en la vocación puesta de manifiesto a lo largo de sus 30 años en esta casa de estudios.

Algunas de sus virtudes, plasmadas en una resolución del Consejo Directivo de la que fue su Facultad

Al destacar sus virtudes, en la resolución del Consejo Directivo de Agronomía y Veterinaria, se indica que “desde que llegó al país, se planteó el objetivo de trabajar en esta Universidad con responsabilidad, dedicación, honestidad, trasparencia y pertenencia institucional” y que “en su dilatada trayectoria dejó una senda de prácticas cotidianas que sirvieron de ejemplo, no sólo para sus pares, sino también para la comunidad toda de esta Universidad y para mucha gente que se ha formado en ella, que lo han tomado como un referente”.
También se señala que “corresponde homenajearlo porque fue un militante importante en aquellos momentos difíciles, cuando había que defender a la universidad nacional y pública, y expresar valores como la vinculación y el compromiso de la Institución con su medio, a través de la solidaridad y la responsabilidad, pero no solamente desde su prédica, sino también desde su práctica”.
“Marcó con su coherencia la necesidad de accionar siempre con los principios de justicia, equidad, democracia y respeto por los derechos humanos”, se puntualiza. Y se agrega: “Desarrolló su labor con entusiasmo, dedicación y calidad, orientada al desarrollo y prosperidad de la Universidad Nacional de Río Cuarto, lo cual constituye un ejemplo digno de emulación, en tanto que deja una lección valiosa para nuestra vida institucional y tiene a la vez un gran significado humano, porque todo ello lo llevaba a la práctica, sin quedarse en la simple dialéctica discursiva”.
En otro orden, se subraya que “formó parte de una generación que luchó contra las dictaduras militares en Latinoamérica y por ello sufrió los daños que infligieron estos regímenes sobre las personas y los pueblos de estas tierras, siendo un intelectual comprometido con las causas sociales y populares”.
Además, se menciona que “después de haber sido expulsado de su amado Chile por la dictadura genocida de Pinochet, habiendo sufrido persecución y cárcel en aquel país, vino a la Argentina y se instaló definitivamente a partir del año 1975 en nuestra universidad” y se acota que se desempeñó como profesor en el grado y el posgrado, fue director de varios proyectos y programas de investigación, que también ocupó el cargo de director del Departamento de Producción Vegetal y de decano electo de Agronomía y Veterinaria, además de haber sido secretario general de la Universidad, tras lo cual resultó elegido dos veces consecutivas como rector de esta casa de estudios.

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