La crisis de refugiados, que primero sacudió a las costas sur de Europa con la llegada de cientos de miles que escapaban de guerras en Medio Oriente y África, se instaló definitivamente en el norte del continente, en la ciudad francesa de Calais, en la puerta del túnel que lleva a uno de los destinos más deseados: Reino Unido.
Pese a que la mayoría de las personas que se aventuran a cruzar el mar Mediterráneo en barcazas precarias y recorren clandestinamente Europa, escapando de la policía, en busca de un refugio final provienen de países en guerra o con violentos conflictos, tanto los gobiernos como los medios europeos hablan de una crisis de inmigrantes y no de refugiados.
El gobierno británico de David Cameron fue uno de los cuatro, junto con los conservadores de Austria, Dinamarca y Hungría, que se negaron a aceptar siquiera uno de los 40.000 refugiados que la Unión Europea (UE) aceptó recibir de las más de 150.000 que llegaron a las costas de Grecia e Italia en la primera mitad del año.
En una fallida cumbre el 20 de julio pasado, la UE volvió a demostrar que es incapaz de dar una respuesta humanitaria real a la masiva oleada de refugiados que llegan de Medio Oriente y de África, en su mayoría escapando de guerras o conflictos sectarios, alimentados muchos de ellos por las armas y los euros de las potencias occidentales.
En cambio, la UE ofreció como respuesta a la creciente ola de refugiados e inmigrantes que desembarcan en las costas del sur del continente aumentar la operación marítima en el Mediterráneo, para evitar nuevos naufragios masivos con cientos de muertos, y lanzar un ofensiva militar contra las barcazas ilegales antes de que zarpen de los puertos del norte de África.
Varias organizaciones humanitarias internacionales y la propia ONU advirtieron que esta posición de la UE sólo aumentaría los riesgos para las miles de personas que ya están dispuestas a poner en peligro sus vidas y las de sus familias para escapar de la violencia y una muerte casi segura.
Según la Organización Internacional para las Migraciones desde el año 2000, más de 22.000 personas murieron intentando llegar a las costas de Europa.
La foto que fue tapa de los diarios del mundo
Sobrevivió a las bombas y a la guerra, pero no al mar ni a las barreras geográficas y legales que separan un Oriente Próximo en llamas de Europa. El niño sirio cuya fotografía se ha convertido en el símbolo del drama de los refugiados -con su diminuta camiseta roja y su pantalón azul, tendido sin vida en la turística playa turca de Ali Hoca Burnu, lamiéndole la cara las mismas olas del mar que lo mataron- ha sido identificado como Aylan Kurdi. Sólo tenía tres años. Su familia había intentado pedir asilo en Canadá.
La barca hinchable en la que viajaban la familia de Aylan y otros refugiados sirios –un total de seis personas- partió en la noche del martes al miércoles de la península de Bodrum (suroeste de Turquía) con destino a la isla de Kos. Pero jamás llegó a su destino. Junto al pequeño sirio murió su hermano, Galib (de 5 años), su madre, Rihan Kurdi (de 35 años) y un joven de 18 años. Sólo dos personas, una de ellas el padre de la familia Kurdi, Abdullah, lograron ser rescatadas por los guardacostas turcos.
Fuente: El País de España