Una puntana también fue víctima del gigoló: «Me arruinó la existencia»

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El gigoló en una de las visitas a San Luis. Gentileza La Gaceta Digital

El caso de Javier Bazterrica, el gigoló que estafó a decenas de mujeres para robarles dinero retumbó en todos los medios de comunicación del país y aún más en la provincia de San Luis donde el ahora “mediático” tiene un hijo con Raquel, una de las estafadas. Precisamente la víctima, fotógrafa de profesión accedió a una entrevista con el portal de noticias La Gaceta Digital donde contó intimidades de la traumática relación que vivió con él y lo difícil que fue salir de las garras del seductor, a quién definió como un psicópata.
Raquel cuenta que Bazterrica le robó una suma cercana a los cuatro mil pesos, mas algunas pertenecías de oro, sin embargo no duda en sentenciar que “a las demás las estafó con más dinero, pero a mí lo que me hizo fue una estafa moral, con violencia psicológica, violencia física y verbal. A mí me hacía siempre sentir la peor”.
El gigoló y la puntana hablaron durante un año por Facebook antes de conocerse. Finalmente en marzo la citó en un boliche en Palermo, Buenos Aires, donde trabajaba de bartender, aunque le aseguró que era socio gerente del lugar.
En tan sólo tres meses, Javier Bazterrica o Máximo Mc. Fussx (nombre con el que la conoció la puntana), se instaló en el departamento que con mucho esfuerzo Raquel alquilaba para poder estudiar en el barrio porteño de Villa del Parque.
“Al principio lo veía los fines de semana o alguna noche en ese bar, pero después me dijo que le estaban arreglando el departamento y se instaló. Supuestamente era contador y trabajaba en la bolsa, como yo no estaba en todo el día porque trabajaba y estudiaba, ¿cómo sabía yo si era cierto lo que me decía?”, se preguntó Raquel.
Sin embargo algunas actitudes del gigoló comenzaron a llamarle la atención de la mujer: “Un día llegó a casa con 80 mil pesos. Le pregunté, “¿de dónde la sacaste?”, pero no me podía responder nada claro. La tuvo un día y le dije que se le llevara. Entonces se fue con la plata. Ahí empecé a tener un poco de miedo porque no sabía de dónde venía esa plata. Podía ser de droga o de cualquier cosa. Y yo ahí ya estaba embarazada”.
El momento violento de la relación fue cuando Raquel le dijo que estaba embarazada. “Reaccionó mal, me dijo que no era el momento, que las cosas estaban mal. Amagó con irse pero nunca se fue. Yo lo eché. Tuvimos una discusión y me rompió todo el departamento. Se fue por tres días y volvió re mal, borracho, y no se lo acepté. Volvimos a discutir, me agarró de los brazos, casi me pega una piña, que dio en la pared, pero iba para mí. Entonces me fui yo, porque si seguía ahí me iba a pegar o me mataba”, contó al periodista de la Gaceta, Matías Nieto.
No fue fácil para Raquel poder dejar atrás a Bazterrica. Después de la ruptura, él vino a San Luis a tratar de recomponer la relación pero aprovechó el viaje para robarle algunas alhajas y tratar de quedarse con el auto de la familia. Repitió el viaje dos veces tras el nacimiento del bebé.
De a poco, otras víctimas de Bazterrica se comunicaron con Raquel y eso ayudó a la mujer a despegarse y a solidarizarse con sus pares. “A las otras madres, de los hermanos de mi hijo, las golpeó mucho. Muchas no quieren salir, declarar y denunciar porque él las amenaza”, dijo.
La puntana cree que las denuncias que se conocen hasta ahora en contra del gigoló son sólo la punta de un gigantesco iceberg , “hay muchas casadas o que están en medio de un divorcio, que si el marido se entera les va a decir “¿cómo metiste en la casa este tipo con tus hijos?”. De eso es, para mí, de lo que vive. Extorsionando a las minas casadas con las que ha estado”.

Fuente: La Gaceta/Redacción

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