Caleb sufrió un grave accidente que le provocó daño cerebral y parálisis, por lo que tuvo que permanecer varios meses hospitalizado. Luego, con el tiempo, fue capaz de trasladarse en silla de ruedas con ayuda de sus padres. En ese periodo fue que encontró a un gran amigo; nada menos que un perro golden retriever que lo ayudó con su recuperación. El solo hecho de estar a su lado y acariciarlo hacía feliz a Caleb, estaba más animado y activo. A medida que la terapia avanzó, el niño mostró signos muy notorios de una mejora en sus capacidades