Con sus cuatro años, es una de las habitantes de un campo de refugiados de Atme, en el noreste de Siria.
La fuerza de la imagen reside en que Hudea, cuando el fotógrafo Osman Sağırlı se le acercó con su cámara, la niña levantó los brazos, como si le hubiesen apuntado con un arma.
«Estaba usando un lente de telefoto y ella pensó que era un arma. Me di cuenta de que estaba aterrorizada después de que la tomé y miré a la foto, porque se estaba mordiendo los labios y había levantado los brazos», contó a la BBC el fotógrafo.
La niña había se había desplazado hasta el campo de refugiados ubicado a unos 10 kilómetros de la frontera con Turquía, con su madre y dos hermanos. Había partido de Hama, distante a unos 150 kilómetros.