En los últimos tiempos, los ejemplos de madres primerizas que superaron los 40 parecen multiplicarse y hay especialistas que dicen que eso augura un nuevo escenario para la procreación.
Uno de ellos es Luis Ordóñez, especialista en medicina reproductiva y director del centro Origen. “Desde hace más de 50 años, cuando se inventaron los anticonceptivos orales, las parejas tienen la posibilidad de mantener una sexualidad no vinculada necesariamente con la procreación”, afirma. Y contrasta: “Como contrapartida de la sexualidad sin procreación, viene dándose la procreación sin sexualidad, por ahora sólo limitada a las parejas que recurren a técnicas de fertilización asistida”.
Cualquiera sea el motivo y las controversias asociadas, tener hijos más allá del límite de la naturaleza es posible gracias al avance científico en lo que respecta a las técnicas de reproducción asistida, específicamente a la criopreservación de espermatozoides, óvulos y embriones.
Mariano Pérez, biólogo y responsable del laboratorio del centro Fecundart, explica que la preservación de la fertilidad es una reciente rama de la medicina reproductiva que comprende la preservación de gametos (esperma y ovocitos) y tejido reproductivo (ovario y testículo) que otorga a las personas en riesgo de perder su capacidad reproductiva la posibilidad de tener hijos con su propio material genético. “Pacientes con cáncer que están sometiéndose a cirugías o comenzaron quimioterapia o radioterapia, mujeres con riesgo de menopausia precoz y mujeres sanas que desean posponer el momento de ser madres son las principales beneficiarias de esta estrategia”, explica.
César Sánchez Sarmiento, director de Nascentis, revela que por tratarse de células absolutamente diferentes, la criopreservación (o congelación) de óvulos y espermatozoides no son iguales ni tienen la misma historia. “Existen en el mundo niños sanos que nacieron de espermatozoides congelados hace 10 o 15 años atrás. Esto posibilitó la creación de bancos de semen en diferentes países, lugares adonde los profesionales vamos en busca de esas células en los casos en que es necesario. La congelación de óvulos, llamada vitrificación, tiene menos de una década de historia”, detalla.
El tiempo corre
A pesar del aumento en la expectativa de vida, el reloj biológico de la mujer sigue con su alarma inalterable, afirma Ordóñez. “Tener una vida más larga viene de la mano de mayores posibilidades de padecer diferentes enfermedades que pueden afectar la fertilidad. La hipertensión arterial, trastornos metabólicos o inclusive psicológicos son ejemplos de patologías que en sí no producen infertilidad, pero sus tratamientos están relacionados con disfunciones sexuales”, dice Ordóñez.
En el caso de los hombres, existe la creencia de que no hay límite de edad para procrear. Pero hay suficiente evidencia científica que indica que la calidad del semen se va deteriorando con los años, principalmente debido a una falla del control de calidad en la producción de los espermatozoides, lo que implica mayor número de espermatozoides con mutaciones genéticas. En las mujeres, la edad actúa de dos formas, en primer lugar van disminuyendo la cantidad de óvulos que quedan en el ovario y, por otro lado, la calidad de los óvulos con el tiempo también se ve comprometida.
La técnica
Daniel Estofán, director de Cigor, explica que científicamente no hay un límite para la conservación de óvulos o espermatozoides, pero considera que sí hay un límite ético para la edad en que se desea usarlos, que según su criterio sería los 47 años, ya que fisiológicamente es así. “Esto está abierto a toda persona que, ya sea por razones laborales, oncológicas, de la formación de pareja, entre otras, lo desee”, agrega.
En cuanto a la técnica en sí misma, Pérez explica que para la congelación de óvulos existen dos métodos: la congelación lenta y la vitrificación. “Con el primer método no se evita la formación de hielo y es ineficaz para el guardado de ovocitos. En cambio, la vitrificación es altamente efectiva para que no se formen cristales de hielo dentro de la célula, lo que se reemplaza con crioprotectores y sumergiendo esos óvulos en nitrógeno líquido a -196 C°”, asevera. “Esto nos otorga resultados similares a aquellos obtenidos con óvulos frescos y nos da un gran rango de aplicaciones, incluida la preservación de la fertilidad. La sobrevida de los óvulos después de descongelarlos ronda el 90 por ciento”,
detalla.
En este sentido, Sánchez Sarmiento cuenta que en Nascentis existe un programa de donación, para que mujeres que quieren donen sus gametas de manera altruista y así ayudar a otras que no cuentan con óvulos de calidad y desean tener hijos. Los óvulos de donantes constituyen una opción para las mujeres con útero normal que tienen ninguna o pocas probabilidades de concebir con sus propios óvulos.
“Al vitrificar óvulos, lo que se hace es conservarlos en la edad biológica en que fueron extraídos (para lo cual se realiza una estimulación ovárica), y utilizarlos en el momento necesario”, cuenta el especialista, y agrega que en sus años como especialista en medicina reproductiva ha visto nacer a muchos bebés gracias a esta técnica.
En cuando a la congelación de espermatozoides, el procedimiento es más simple, ya que sólo basta con remitir una o dos muestras de semen al laboratorio de andrología para criopreservar espermatozoides viables que puedan ser utilizados en un tratamiento futuro.
El cáncer
Las enfermedades neoplásicas son una de las razones más fuertes, pero más desconocidas por la cual muchos hombres y mujeres pueden recurrir a la criopreservación de sus células germinales.
“El progreso en los tratamientos de cáncer usando quimio y radioterapia ha incrementado la tasa de supervivencia de pacientes con enfermedades malignas. Pero, desafortunadamente, la mayoría sufrirá efectos crónicos adversos, incluyendo falla ovárica e infertilidad, y llevará a la paciente a sufrir estrés, baja estima o una disminución en la calidad de vida. Por lo tanto se torna evidente la necesidad de informar a la paciente de las técnicas de preservación de la fertilidad”, explica Pérez. De esta manera, es de suma importancia que los oncólogos le hablen de esta posibilidad a sus pacientes, para que ellos evalúen la posibilidad de conservar células o tejido antes de iniciar el tratamiento.
El alcance de la criopreservación
Para muchas parejas, tener un hijo con la ayuda de la ciencia implica realizar un tratamiento con previa criopreservación de embriones. Contempla extraer óvulos y espermatozoides de ambos (o de donante, si es necesario), posteriormente formar los embriones por FIV en un laboratorio de alta complejidad, y luego se criopreservar para transferirlos al útero materno cuando sea necesario.
Esta alternativa produjo y produce muchos planteos éticos, religiosos, culturales, entre otros. En la mayoría de los casos, quienes rechazan esta alternativa consideran que los embriones son personas.
“En embrión es un grupo de células que tiene el potencial de desarrollar una persona, pero que en el momento en que se criopreserva (en nitrógeno líquido a -196 °C) tiene entre dos a cinco días de desarrollo y es un conjunto de células que forman una pelotita de aproximadamente 100 micras (es decir, un milímetro dividido en cien). En otras palabras, el embrión es vida humana porque se origina de otras dos células de origen humano, pero ni científica ni biológicamente es una persona, porque un embrión puede considerarse un ser humano a los 14 días de evolución, cuando aparece el esbozo de que lo va a ser el sistema nervioso central, y ningún embrión se criopreserva en ese estadio”, explica Sánchez Sarmiento.
Y agrega que como se trata de un grupo de células germinales, un embrión puede dar lugar a una persona sólo si es implantado en el útero de la mujer. De lo contrario, puede diferenciarse en células de otros tejidos del cuerpo humano.
“Por otra parte, los años de experiencia que ha desarrollado la medicina reproductiva demostraron que la criopreservación de embriones durante los tratamientos de fertilidad asistida aumenta notablemente las posibilidades de embarazo. Por lo tanto, si no se puede hacer, se le quita a miles de personas las posibilidades de tener un hijo. Esto significa que si una pareja necesita un tratamiento de fertilidad asistida y no logró embarazarse en el primer intento, y no tiene embriones criopreservados, debe comenzar un nuevo proceso desde cero. Las consecuencias emocionales y sociales sólo las conocen quienes no pueden ser mama o papá”.
Fuente La Voz del Interior