Escondiéndose en las urnas – La Biblia y el Calefón

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Por Guillermo Geremía – Al matrimonio presidencial lo corre el tiempo. Observan impávidos cómo sufren a diario un drenaje político que les hace inclinar la nave. Mientras la economía y sus avatares no dna tregua en la caja. Caen las exportaciones, baja la recaudación, aumenta el gasto, sube el dólar y se instala  la recesión en muchos sectores de la producción.

Primero fue Mauricio Macri, quien pensando más en su propio proyecto político que en resolver los problemas de la principal ciudad del país, decidió adelantar las elecciones. El PRO que llegó a la vida política argentina para terminar con viejas prácticas y terminó repitiendo los vicios de siempre.
Sin decir agua va, la Presidenta y su marido se metieron más profundamente adentro de las urnas. Con la crisis económica mundial llegando como si fuera una de las naves de «Encuentros cercanos del tercer tipo» y un desgaste político para todos los oficialismos (mirar en Río Cuarto lo que le sucede a Jure), el matrimonio K decidió manosear una vez más la institucionalidad. Hay que modificar con una ley código electoral.
Al matrimonio presidencial lo corre el tiempo. Observan impávidos cómo sufren a diario un drenaje político que les hace inclinar la nave. Mientras la economía y sus avatares no dna tregua en la caja. Caen las exportaciones, baja la recaudación, aumenta el gasto, sube el dólar y se instala  la recesión en muchos sectores de la producción.
La oposición salió a pegar el grito en el cielo. Muchos de ellos no se asumen como parte de la gobernabilidad sino que son meros relatores de los acontecimientos. Algunos tuvieron prurito de dar un viraje en 24 horas, pero los más patéticos que ayer elogiaron a Macri por separarse de la contienda nacional hoy por igual motivo denostaron a los pinguinos.
Ni los PRO, ni los K, ni los Lilitos están pensando en cómo resolver los problemas que tenemos. El mantenimiento de la actividad económica, evitar la pérdida del empleo, políticas de seguridad a largo plazo en las grandes urbes, federalización de la distribución de los recursos son algunas de las menudencias que pasaron a segundo plano mientras nuestros políticos se siguen jugando al juego que más les gusta: vivir todo el tiempo en campaña.
Los problemas están ahí. Algunos siempre estuvieron, otros volvieron y otros nuevos se avecinan. Sin embargo los unos y los otros eligieron no resolverlos y volver a esconderse en las urnas.
Al adelantamiento de las elecciones puede econtrársele un costado positivo. Vamos a tener tres meses menos de discursos de campaña, de promesas que de dudoso cumplimiento, de simulada preocupación por nosotros. Aunque pensándolo bien – independientemente del resultado- el 29 de junio comenzará la carrera por la presidencia del 2001. Que le vamos a hacer, así son las cosas.

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