Diferencias entre los jóvenes

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Los jóvenes de los sectores medios y altos tienen, generalmente, oportunidades de estudiar, de postergar a las responsabilidades de la vida adulta; no forman parejas, y los hijos son un proyecto a largo plazo, gozan de un período de menor exigencia, de un contexto familiar y social protector que hace posible la emisión, durante períodos más amplios, de los signos sociales que generalmente se llama juventud. Tales signos tienen, en nuestro tiempo a estatizarse, a construir un conjunto de características vinculadas con el cuerpo, con la vestimenta, con el arreglo, y suele ser presentado en la sociedad como paradigma de todo lo que es deseable.
Es esta simbolización de la juventud, sus condiciones externas, lo que se puede trasformar en un producto de una estética, y lo que puede ser adquirido por los adultos para extender en el tiempo su portación del signo juventud. La juventud como signo se transforma en mercancía, se compra y se vende, interviene en el mercado del deseo como vehículo de distinción y legitimidad.
Los sectores populares, en cambio, carecen del dinero y el tiempo (moratoria social) para vivir un período más o menos prolongado con relativa despreocupación y ligereza. Muchos de ellos deben acceder al mercado laboral formal e informal por necesidad más que por deseo. No tiene un contexto familiar ni social que le permita jugar con la adolescencia; ya que se le cae encima la adultez prematuramente; como paternidad temprana que a la larga produce quiebres emocionales en esos vínculos que no han construidos a través de un verdadero amor. Predominan las urgencias y los tiempos se acortan para ellos. Deben llevar dinero a la familia y se pierde esa etapa de construcción de identidades que se llama adolescencia.

 

LIC. ELENA FARAH
www.saludeducacion.com.ar

 

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