La ley de talles es una realidad inexistente en nuestra ciudad, menos aún pensar a la misma en la geografía de Argentina. Hablar de ley de talles es referirse a algo que no existe, porque si bien hay ordenanzas en ciertas provincias que intentan reglamentar el hecho de que haya ropa para todas las personas, de todos los tamaños, al no haber una ley nacional esto dificulta el cumplimiento con responsabilidad por parte de las empresas que son las que hacen la ropa.
Vestirse es un hecho cultural, social, antropológico, nuestras ropas son un reflejo de un tiempo, de modos de pensar, de construir la realidad, de relacionarnos con los demás y es un derecho de todos poder estar vestidos como deseamos sin encontrar impedimentos que visibilizan ideales irreales de estereotipos que un mercado impone.
Si bien en este imaginario social la belleza se mide en 90-60-90 y hay un modelo real impuesto que muestra a modelos de pasarela posar sin curvas porque básicamente cumplen un rol de perchas sin formas, en las calles las mujeres y hombres no cumplen ni desde la normalidad con estas medidas, más grave aún es que la pandemia de la obesidad es un hecho que se observa claramente en el mundo. Por ende podemos decir que cada vez la realidad con el imaginario están a una distancia mayor y el mercado no busca unir, por el contrario profundiza una brecha, que en algunos casos se vuelve más enferma porque se hace ropa para cuerpos que de algún modo los ponen al límite de lo insalubre, con el valor agregado de manifestar que quienes entran en los mismos son portadores de la belleza.
Como periodista que trabaja desde hace cinco años en la temática de la obesidad, como persona cuya una de sus características es la de ser gorda, puedo hablar con conocimiento de causa del tema. Muchos pueden reducir esta cuestión de que las personas gordas dejemos de comer así entramos en la ropa, pensamiento que he leído y escuchado en muchas ocasiones, que respeto, pero que no comparto en absoluto y habla de una manifestación desde la ignorancia debido a que la problemática de la obesidad en el mundo es muy profunda, habla de políticas gubernamentales en relación a cuestiones alimentarias que nos han llevado a esta realidad y de la que poco se habla porque toca los grandes intereses del mundo, así como la contrapartida de salvarnos a través de múltiples dietas que son parte de un engranaje perfecto de grandes corporaciones; por ende no se puede hablar con ligereza de que alguien deje de comer, porque precisamente en muchos casos el problema no reside en la cantidad de lo que se consume.
Ahora bien, supongamos que alguien es gordo porque come, porque le gusta serlo, porque toma la decisión de ser físicamente gordo, esa persona tiene derecho a conseguir como cualquier otro habitante de su comunidad vestimenta que le guste, que se adapte a su cuerpo, que le quede bien, que lo haga sentir agraciado, porque vestirnos es parte de un hecho social y cultural, que habla de identidad y en muchos casos quienes consiguen ropa xl pasan por la triste experiencia de vestirse sin estilo, sin forma, sufriendo el proceso de caer en un estereotipo negativo pues mucha ropa que se hace para personas gordas es para taparlas, para ocultar su obesidad, para ocultar, no para hacer resaltar la belleza que habita en cada ser humano.
Debo reconocer que en mi ciudad hay espacios en donde se consigue ropa, hay gente que tiene un concepto sumamente interesante en lo que buscan para vender, que tienen claramente como objetivo hacer ver bien a las mujeres y hombres con talles grandes, incluso hay diseñadores que se atreven a hacer ropa para todo tipo de talles como el caso de Natalia Pozo Marcolla quien tiene su marca NPM, y eso habla de una sociedad que está evolucionando, que está creciendo, que estamos avanzando, pero la apuesta debe ser inclusiva, debe extenderse a todos los ámbitos y esto habla de que todas las tiendas y negocios se abran a esta posibilidad, que puedan dejar caer las vendas de que la moda sólo es para quienes encajan en un molde pequeño y puedan darse cuenta que hombres y mujeres de cualquier tamaño pueden estar a la moda, verse modernos y lucir espectacularmente bien. Como siempre digo, incluso para el bolsillo de muchas empresas sería una apuesta interesante contar con más talles porque los beneficiaría económicamente.
La ley de talles no existe en Argentina y creo que no debería existir porque eso hablaría de que no hay necesidad pues en todos los espacios de venta de vestimenta se podrían conseguir ropa de diversos tamaños, sin embargo la realidad nos enfrenta a una lucha, que obviamente no parará a un país, que no implicará piquetes, ni nada por el estilo, pero que no deja de ser tan válida como tantos otros aspectos y necesidades de la gente.
Hoy hay temas que se visibilizan, de los que se habla, que se plantean sobre la mesa, y cuando pretendemos construir una sociedad más inclusiva, más justa, más coherente, para tod@s en su diversidad debemos plantear estas problemáticas para buscar una solución, para que muchos más se sientan parte y el país tenga derechos para todos… No nos igualemos sólo desde nuestras diferencias, tengamos también los mismos derechos…
Si querés votar para que nuestros gobernantes traten el tema de la ley de talles sumá tu firma aquí…
https://www.change.org/es/peticiones/el-gobierno-nacional-de-la-republica-argentina-una-ley-de-talles-coherente-inclusiva-y-nacional
Por Laura Pereyra – www.yolamasgorda.com.ar
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