«Detrás de cada embarazo siempre hay una columna»

0
Compartir

Así lo asegura el Dr. en kinesiología y fisiatría Norberto Furman. Fue un momento emotivo, agradable reconfortante, difícil por cierto: en algunos meses más, sería madre.
Cuando salió del consultorio y tomó conciencia del estado de gravidez, tiró su panza hacia adelante, arqueó su columna y adoptó lo que en medicina se llama «el orgullo de la embarazada». Esta postura somete a la columna a una posición no acostumbrada que generalmente repercute allá por el cuarto o quinto mes. Es que estar y llevar adelante un embarazo implica ilusiones y responsabilidades para la misma madre y para con el bebé. Para llevar a cabo esta tarea hay que estar psicológicamente estable y físicamente apta. Por eso y como generalmente se tiende a corregir un error después de cometido, la ciencia ofrece un amplio aspecto de posibilidades, capaces de hacer una realidad de un parto y una crianza, sin los tediosos dolores de columna y con la íntima pretensión de ayudar a padres e hijos.
Durante el parto se adopta la clásica postura, con las piernas clavadas, y con cada pujo, en el cual se incorporará el tronco, todo el peso del cuerpo queda apoyado sobre la cintura, provocando, en ocasiones, lesiones por apoyo.
Es necesario colocar dentro del bolso de parto, un taco de espuma de goma, sobre el que se apoyará la columna lumbar durante el proceso.
Es conveniente, en los primeros tiempos, colocar el moisés en el piso, junto a la cama durante la noche, para que cualquier requerimiento del bebé, pueda ser atendido por la madre, con solo darse vuelta, sin necesidad de levantarse.
Cambiar al niño, en una cama baja, agachándose, provoca dolores, es más saludable realizarlo sobre una mesa, con la columna erecta y en posición cómoda.
Mirar al bebé, mientras se lo amamanta, provoca tortícolis y cervicalgias a repetición; se aconseja mover el cuello y mirar alternativamente al bebé y hacia otro lado, para contrarrestar.
El stress con que se vive las primeras fiebres, el llanto por los gasecitos y las llamadas al pediatra, hacen que se contracturen cuellos y cinturas. Unos minutos después, cuando todo pasa quedan atrás prisas, nervios, tensiones y el torbellino propio de la jornada.
Ser madre es un trabajo duro y complicado. El bebé comienza su evolución expuesto a peligros, que amenazan su débil naturaleza y ante esas posibilidades, se lo protege.
¿Que padre no se levantó de noche a gatas a mirar la pancita de su hijo a ver si respira?. Se duerme en forma intranquila, pendiente de algún llanto. Las madres vencidas por el sueño, suelen dormir profundamente al acostarse, pero un leve quejido de su hijo basta para despertarla y «saltar» de la cama, lo que sin duda desemboca en algún dolor muscular. Es imprescindible empezar con ejercicios lo antes posible, a fin de preparar el cuerpo para la ardua tarea y que esta siga siendo tanto o más placentera.
Entrar en la maternidad es introducirse en un mundo fascinante en el que van descubriendo facetas desconocidas y no menos singulares que en muchos casos provoca asombros, sorpresa y muchas sonrisas.
Disfrútelo, pero sepa que y como hacer para que el amor fraternal sea cierto, feliz y sin dolores.

Fuente www.furmanenlared.com.ar

 Horacio Vivir Mejor

Commentarios

commentarios

Compartir