Convocó a más de 60 mil hinchas a la cancha de River y se dio el gusto de jugar con su hijo Tomás. Con sus goles hizo gritar a los fanáticos, que lo despidieron de su carrera como futbolista.
Cuando Andrés Calamaro irrumpió en la cancha junto a las hijas de Ariel Ortega, el partido despedida para el astro riverplatense se interrumpió para jamás continuar. Abrazado a sus hijas y profundamente emocionado, el Burrito emprendió una nueva vuelta olímpica en el Monumental, la última de su carrera, ante el público que lo amó y lo querrá por siempre.