Que contradicción se le presenta a la escuela argentina y local ante los últimos hechos de conocimiento público.
Donde se quiere avasallar, por parte de nuestra administradora epocal, el bastión que siempre tuvo y debe tener nuestra justicia. Ficción y realidad ¿Por qué digo esto?
En nuestra curricula argentina, la Constitución atraviesa el estudio de nuestros alumnos de la escuela primaria y secundaria ¿Cómo nos paramos frente a esta dicotomía donde la letra es sojuzgada oprimiendo la libertad de la justicia bajo un ropaje de populismo y dádivas que ya no convencen a nadie, ni a nuestros pensantes alumnos?
¿Qué rol deberá tomar el docente? Pueden ser varios: desviar la mirada y dirigirla hacia otro lado y no tocar estos temas sustantivos para el equilibro de poderes de un país; o dejar que los alumnos se expresen desordenadamente; o abrir un serio debate entre el relato y la ley. Creo que esto último sería lo mas inteligente. La escuela no puede ocultar la verdad; no puede disfrazar los hechos históricos que vivimos. El docente debe des-subjetivarse y ubicarse en el papel de portador de la verdad, tal como lo dice nuestra Constitución. Hay que ser valiente y enfrentar, con nuestros alumnos, los hechos tal como son. Hablar de la impunidad y corrupción como valor en este gobierno, hablar de la ausencia de la verdad para instalar la hipocresía como valores de uso común. ¡Que momento importante para reflexionar con nuestros alumnos! Para ir ubicando cada cosa en su lugar, refiriendo los fundamentos que nos da nuestra Carta Magna, unidos a los hechos de manifestación social, como expresión del descontento al contemplar tanta distorsión de comportamientos y simulación de personas del entorno presidencial. Para finalizar esta reflexión, les dejo estos postulados: “Vivimos en una simulación gubernamental general, simulación de estados patológicos, simulación de la locura en general, y simulación de la locura de los delincuentes” (José Ingenieros)
LIC ELENA FARAH
www.saludeducacion.com.ar