Un joven fue asesinado el fin de semana. Un drama que el Estado y la Policía no logran controlar.
Las peleas entre jóvenes de sectores vulnerables se cobró una nueva vida, en un contexto de violencia en el que el municipio, la Policía y la Justicia parecen estar incapacitados de generar mecanismos de prevención.
Las agresiones ocurren en el interior de fiestas privadas, publicitadas a través de Facebook, ó cuando los protagonistas inician el regreso hacia sus barrios.
Las propuestas incluyen venta de alcohol, presencia de menores y ningún control oficial. En muchos casos, son chicos que no se sienten representados en la oferta de la noche riocuartense y advierten una persecusión policial «por portación de rostro».
El pasado fin de semana, Lucio Joel Rosales -17-, fue ultimado de 3 balazos tras una presunta disputa por el amor de una adolescente. En el mismo hecho, otros jóvenes resultaron lesionados.
El pasado 2 de diciembre, Mauricio Allende, de 19 años, fue asesinado de una puñalada en la zona del tórax en una fiesta que se realizaba en el patio de una casa en Almirante Brown 1.160 de barrio Fénix. Mauricio trabajaba como trapito y el deceso se produjo casi en forma inmediata. Uno de sus amigos también resultó herido, tras recibir un leve corte en una mano.
El trágico desenlace de la pelea se suma a otros hechos violentos que condicionan la noche riocuartense.
El 20 de agosto, un joven de 17 años fue asesinado de una puñalada a la salida de una fiesta de 15 en barrio Alberdi. Fue identificado como Diego Gabriel Brondo (17), domiciliado en Pasaje Echeverría 525, en barrio Alberdi.
En enero, Matías Bustos, de 14 años falleció al recibir un disparo en la cara en Presidente Perón Este y Pirovano. En febrero, Matías Agüero murió apuñalado a metros del corsódromo.
Otros episodios, con jóvenes víctimas de graves heridas durante peleas entre bandas ó peleas en la madrugada, emergen como acontecimientos frecuentes en la noche riocuartense.
Aunque los hechos más graves ocurrieron en fiestas privadas, sin control oficial, también el año pasado hubo dos agresiones con preocupantes consecuencias en los boliches Factory y Roca Rosa. En el primer caso, un joven fotógrafo terminó en Terapia Intensiva tras recibir un botellazo en la cabeza y en el segundo episodio, un hombre de 30 años debió recibir once puntos de sutura tras el impacto de un vaso sobre su cabeza.
Otro ejemplo de la violencia entre jóvenes fue la muerte de Ricardo Vélez, el motociclista que transitaba por calle Castelli y fue ultimado de 3 balazos por Franco Bildoza. Para el fiscal, el hecho fue producto de una pelea entre grupos de las 400 Viviendas y el San Eduardo.