Para muchas personas, las vacaciones pueden convertirse en un disparador de alergias, como rinitis (que se manifiesta con estornudos, picazón de nariz, lagrimeo, secreción acuosa), crisis de asma, tos, ronchas en la piel, cuadros gastrointestinales y, en las formas más severas, reacciones que pueden poner la vida en peligro.
La alergia es una respuesta exagerada del organismo ante elementos inofensivos para la mayoría de las personas. En la actualidad, es posible tratar y prevenir estos problemas de manera que, salir de vacaciones, no debe alterar demasiado la vida de un individuo alérgico.
Recomendaciones:
- Si viaja en auto: antes de comenzar un viaje largo es conveniente que el auto haya pasado por el lavadero, con los asientos y alfombras bien aspirados. Es útil hacer funcionar el aire acondicionado durante unos 15 minutos antes del ingreso del alérgico al auto, esto disminuirá los ácaros y hongos que puedan existir en los sistemas de ventilación y en los tapizados.
Una vez limpios los conductos, puede utilizarse sin riesgos la ventilación, que debería tener filtros para granos de polen (la mayoría de los nuevos modelos los traen). Es conveniente viajar con ventanillas cerradas para evitar el ingreso de alérgenos exteriores, como granos de polen, insectos u hongos. - Viajar en tren o en micro: también puede disparar episodios alérgicos, hay elementos irritantes en alfombras, en cortinas o en el polvo que se acumula en los asientos y en el piso. En el tren conviene cerrar las ventanillas y, en ómnibus, es aconsejable llevar abrigo y medias porque, a veces, el aire acondicionado está puesto a temperaturas bajas y el frío, como los cambios bruscos de temperatura, pueden afectar las vías respiratorias de los alérgicos.
- Viajes en avión: En el avión el aire se vuelve demasiado seco. Es recomendable colocarse en las fosas nasales un aerosol salino para mantener húmedas las membranas nasales, cada una o dos horas y tomar suficiente cantidad de líquido.
En el lugar elegido para pasar las vacaciones:
Las casas que han estado cerradas por mucho tiempo, que tienen ácaros y hongos, son la peor opción para los alérgicos. El ácaro es el alérgeno más sensibilizante porque es perenne, a diferencia de los granos de polen que son estacionales y dependen del momento del año en que cada especie vegetal produce la emisión de granos.
La primera noche en una casa que estuvo cerrada mucho tiempo puede ser crítica. Cuando la persona alérgica se acuesta a dormir, sufre una exposición masiva a los ácaros del polvo, que están en los colchones, almohadas y frazadas, por eso, la recomendación es entrar antes al lugar, abrir ventanas, ventilar, si es posible poner al sol almohadas, colchones y ropa de cama; limpiar muebles y pisos con trapo húmedo y recién después habitar la casa.
Las habitaciones de hoteles pasan menores períodos cerradas y el riesgo de la acumulación de ácaros, hongos y otros contaminantes es menor. Pero los productos de limpieza que se utilizan o los desodorantes, pueden generar reacciones en personas sensibles. Los que sufren intolerancia al humo del cigarrillo o a alguna mascota, deberían tenerlo en cuenta a la hora de elegir vivienda o cuarto de hotel, para garantizar que en el ambiente no existan esos alérgenos provenientes de personas que hayan estado antes.
Salir en carpa:
Pocas experiencias pueden resultar tan divertidas como salir de campamento, pero atención, en carpas y en bolsas de dormir, especialmente si han estado cerradas durante un tiempo prolongado, suelen juntarse distintos alérgenos, en especial ácaros y hongos. Además, en un campamento pueden existir mayores posibilidades de encuentros con insectos picadores, como avispas, abejas y hormigas coloradas. Los alérgicos a insectos deben tener a disposición un botiquín de urgencia indicado por el especialista. Otra actividad típica del acampante: el fogón, puede traer molestias en las vías aéreas y en los ojos, por el humo que se origina en los maderos encendidos.
Destinos y menúes:
No se puede establecer con seguridad cual es el mejor clima para el alérgico porque aquí entran en juego factores individuales. Y hay alérgicos que se encuentran muy bien en climas marítimos y pésimamente en las zonas de montañas o viceversa. En líneas generales se puede decir que el clima marino es benigno, especialmente en verano, para todo tipo de alergias. Las zonas costeras suelen tener menor polución o contaminación y el aire húmedo y tibio hace que el bronquio se enfríe menos y esté menos reactivo.La exposición al sol puede generar reacciones en la piel, empeorar el eczema y puede causar urticaria.Por encima de los 800 metros sobre el nivel del mar hay menor concentración de ácaros y esto mejora a los alérgicos a ellos. Los ácaros se desarrollan mejor en medios templados y húmedos. Pero el aire seco y frío puede irritar la vía aérea de los asmáticos. Cuando esté previsto un destino que implique un brusco cambio de clima conviene consultar antes con el médico para hacer si fuera necesario un tratamiento preventivo y reforzar la medicación.
Los alérgicos a granos de polen tienen que conocer en que épocas están en el aire y si la zona que eligieron para veranear los contiene en concentraciones importantes en el período de su permanencia en el lugar. Para ello tiene que consultar con el alergólogo, quien le dará los datos con más precisión. Pero deben saber que los granos están en mayor concentración los días más soleados y ventosos entre las 10 y 16 y disminuyen luego de una lluvia copiosa, pues los barre del aire.Entre las comidas, se recomienda prestar atención a pescados y mariscos, menú veraniego habitual en las zonas costeras.
Con un mínimo de precauciones que no alteran la vida diaria, el alérgico podrá tener vacaciones felices, sin riesgos y con mayor posibilidad de disfrute.
Fuente: www.cordobalergia.com.ar