El quirófano es un lugar al que la mayoría desearía no tener que entrar nunca. Para los cirujanos, en cambio, es su hábitat natural. Por tratarse de un espacio en el que el método de prueba y error no tiene cabida, en varios hospitales y clínicas de Estados Unidos los residentes pasan por centros de simulación para entrenarse en técnicas y procedimientos antes de llegar al contacto con el paciente.
Como los astronautas, que antes de lanzarse a la aventura espacial afrontan en tierra simulacros de situaciones similares a las que podrían presentarse en una expedición; o los pilotos con sus simuladores de vuelo; los futuros cirujanos -o los experimentados que necesitan probar nuevas técnicas- se enfrentan primero a sofisticadas máquinas y recién después toman contacto con los cuerpos de carne y hueso. “El objetivo de la formación de los cirujanos en Estados Unidos se ha ido moviendo a una educación y un entrenamiento que no comprometa la seguridad del paciente, ni la calidad. Entonces, se han buscado distintas formas para que los residentes o los cirujanos que apunten a mejorar su capacidad técnica lleguen más entrenados a la operación”, explicó Horacio Asbun, profesor de Cirugía del Colegio de Medicina de la Clínica Mayo.
Los centros de simulación –que ya se encuentran en más de 60 establecimientos médicos y educativos de Estados Unidos- cuentan con una variedad de equipos que van desde sofisticadas reproducciones electrónicas en las que el médico tiene que ir ejecutando cada paso de una cirugía virtual (“como un juego de Nintendo”, simplifica Asbun), hasta otros que apuntan a ejercitar su habilidad y precisión manuales.
Las salas se usan también para “simulacros de situaciones relacionadas al paciente quirúrgico y de emergencia, de trauma, de presión, cuestiones cardíacas”, enumera el especialista que es también profesor de Cirugía Hepatobiliar y Pancreática del centro situado en Florida. Así, por ejemplo, los profesionales “entrenan” cómo actuar ante un paciente que llega de un accidente automovilístico. Se simula una baja de presión, un paro cardíaco, entre otras fallas, y los residentes tienen que actuar en consecuencia. Si lo hacen bien, el paciente-muñeco se recupera, si no empeora.
Este tipo de entrenamientos ya son obligatorios para realizar cirugías laparoscópicas, pero también se aplican a otros procedimientos. “En nuestro centro es obligatorio para todos los residentes cumplir con cierto número de horas. Se los evalúa, y si vemos que alguno necesita mejorar una actividad en particular, se los vuelve a entrenar en esa acción específica para que mejore”, apunta Asbun, que también se especializa en cirugía robótica.
«Es una especie de precalentamiento mental antes de la operación”, señala el especialista y subraya que “hay estudios que han mostrado que la técnica ayuda a estar listo y a cumplir con los procedimientos de mejor manera y más fluida que cuando uno no lo hace”.
En Argentina todavía no hay centros de simulación, pero en el congreso realizado hace días en Buenos Aires Asbun encontró “muchos interesados” en empezar a aplicar ese tipo de entrenamientos. “Ha habido una receptividad muy buena. El nivel de cirugía en el país ha mejorado muchísimo, hay cirujanos muy capaces y es natural que al ver esto quieran no solo ser parte si no tomar el liderazgo, como ya lo han hecho en otras áreas”, concluyó.
Fuente diario Clarín