La Sala G de la Cámara Civil responsabilizó a una mujer por mentirle a su esposo al decirle que estaba embarazada, cuando no era cierto. Por ello, su acción fue considerada como injuria grave y la culparon del divorcio.
La mujer le había dicho que estaba embarazada y le mostró un test casero, pero el hombre desconfió y descubrió que era mentira al realizar una consulta en el hospital con el médico que debía atenderla.
La Sala G de la Cámara Civil consideró la actitud de la mujer como «de suma gravedad en el entorno en que ambos esposos deseaban tener un hijo», según el fallo al que accedió la agencia DyN.
El matrimonio se había casado en abril de 2006, pero un año y medio después ella –LMC por sus iniciales– pidió el divorcio al denunciar que PLG había abandonado el domicilio para irse a vivir con su madre.
Sin embargo, el hombre declaró en el juicio de divorcio que se había ido de la casa cuando se enteró que su mujer había simulado estar embarazada y pidió que la separación sea declarada por culpa de ella.
La mujer relató que una semana después que su marido se fue de la casa se reunieron en un café a conversar y comenzó a sentir un dolor abdominal, por lo que fueron a atenderse al Hospital Sirio Libanés, donde le dijeron que podía estar embarazada. En su casa, la mujer se hizo un test de embarazo que le dio positivo, a pesar de lo cual PLG no quiso continuar con la relación.
El esposo dio otra versión de los hechos: dijo que no estaban separados cuando se reunió con su mujer en un bar y que se fueron a atender al hospital, pero allí le diagnosticaron un dolor hipogástrico y no un posible embarazo.
Agregó que se presentó en el centro médico en el que su mujer le dijo que se atendía, pero el profesional le manifestó que nunca concurrió a ninguna cita.
«Eso generó una discusión fuerte y una serie de improperios que me llevaron a retirarme del hogar en forma voluntaria, mas no maliciosa», declaró en la causa, y dijo que el hecho le generó una «profunda depresión», por lo que pidió que sea reparado por daño moral.
Los camaristas Carlos Belluci, Carlos Carranza Casares, y Beatriz Arena concluyeron que «lo hasta aquí meritado permite concluir que ningún embarazo hubo en el lapso que refiere el actor, menos al que alude la actora, y también queda despojada de toda calidad de convicción el test positivo que, a solas, se realizó la peticionaria».
Para el tribunal ese test «bien pudo ser fallido o, por vía de hipótesis lo digo, preconstituido», y agregó que la mujer «ninguna prueba aportó acerca de su arengado embarazo».
«Tal hecho, a mi juicio de suma gravedad en el entorno en que ambos esposos deseaban tener un hijo, aparece como de inusitada gravedad al punto de constituir afrenta suma aprehendida por el inciso 4to. del artículo 202», sostuvo el juez Belluci en su voto, que compartieron sus colegas.
Los camaristas declararon el divorcio por culpa de la mujer por la causa de «injurias graves», contemplada en el artículo 202 del Código Civil, y ordenaron que indemnice con 15 mil pesos a su ex marido.
En primera instancia habían fijado el monto en 5 mil pesos, pero la Cámara lo elevó «en función de su entidad decididamente frustrante y con evidente menoscabo de la ilusión de una paternidad deseada».