Especial, TD Digital
Durante el siglo 18, cuando la villa iniciaba el despliegue su anárquica mutación hacia el eje político, demográfico y económico que la convertiría en la segunda ciudad de la Provincia, la actual plaza era solo una manzana despoblada que fue utilizada como espacio de defensa de malones indígenas y sirvió como atajo para las carretas a caballo y los primeros pobladores.
Si bien la «Plaza de la Concepción» nació con la Villa, en aquellos primeros años fue cambiada de lugar, trasladada una cuadra más hacia el norte respecto de sus trazos originales. Su permanencia se mantuvo imperturbable y su trascendencia fue constante, como lugar físico desde donde la población se expandió a sus alrededores y tomó su rumbo y su pujanza.
A partir de 1860, el inmigrante italiano José Alaria fue el mentor del principal espacio verde de la ciudad que estaba al mando del general Julio Argentino Roca.
El historiador Mayol Laferrere recordó que “a Roca le interesaban las plantas y su cuidado, por lo que mantuvo varias conversaciones con Alaria”.
El vínculo logró continuidad y permitió por influencia de Roca que los dos hijos del primer jardinero público de la ciudad fueran incorporados al Ejército. Ambos se convertirían finalmente en generales de la República.
Alaria marcó los caminos de circulación en la Plaza y promovió las primeras arboledas que dieron entidad al espacio. Para evitar el daño que provocaba el paso de los caballos y carros, se decidió que durante años el lugar permaneciera alambrado.
El nombre
Fue en 1881, ya menguadas las grandes invasiones, cuando a la Plaza de la Concepción se le cambió de nombre, en honor al general Julio Argentino Roca y su protagonismo tan discutido y cuestionado en estos tiempos.
Roca había asumido un año antes la presidencia, que se caracterizó por consolidar el Estado, se avanzó hacia la secularización de la sociedad con las leyes de Educación (1420) y Registro Civil de las personas. El mayor cuestionamiento a su figura tiene relación con su desempeño en la resolución del tema de las tierras al sur del Río Quinto y los habitantes de las mismas. El General Roca fue partidario de una acción efectiva en la que no se consideró una estrategia de integración e incorporación paulatina de los pueblos originarios como población del territorio argentino.
Esclavos
La plaza fue también testigo de liberación de esclavos en las fechas patrias de algunos 25 de Mayo. En 1826, era liberada por sorteo en la Plaza de la Concepción la esclava Petrona Ortiz. También allí se azotaron a los infractores de los bandos en el tiempo de la colonia y se ejecutaron los condenados a muerte en presencia del pueblo como un normal acto público.
Así fueron fusilados delincuentes, desertores del ejército y hasta un ex gobernador de la provincia de Córdoba, Nolasco Rodríguez, el 21 de mayo de 1840 a las 11 de la mañana.
En penumbras
En 1890, el gobierno municipal de José T. Semería decidió plantar casuarinas, “un género de arbustos y árboles oriundos de Australia que poseen esbeltas y delicadas ramas con hojas que son solamente escamas, semejando etéreos o plumosos pinos”.
Aunque la plantación fue considerada por los vecinos como un agradable recurso estético, la Plaza quedó en penumbras. Con los años, el tupido follaje impedía el traspaso del sol y el lugar quedaba a oscuras en plena tarde. Las casuarinas fueran taladas y erradicadas definitivamente en 1943.
En 1904 se usó la plaza Roca para realizar el gran brindis navideño y encender el alumbrado público con electricidad: los ciudadanos observaban asombrados el nuevo sistema de luces.
En la década del 20, jóvenes y muchachas comenzaron las lentas caminatas que en sentido de circulación opuesto, según el género, dieron lugar a la tradicional vuelta del perro.
La Plaza ya contaba con las cuatro diagonales que anticipan su recorrido. También estaba colocada la fuente con ribetes arquitectónicos de principio de siglo que fue trasladada en la década del 20 a la Plaza Racedo. Había sido construida en 1890 con el Arsenal de Guerra de Buenos Aires.
El lugar que dejó vacío la fuente, fue utilizado por bandas de músicas para ocasionales espectáculos.
En 1953, la Plaza fue preferencial testigo del primer rascacielos en la ciudad. En el edificio de altura funciona actualmente el Gran Hotel.
Una nueva intervención a la Plaza Roca se produjo en los años 70, cuando el Ejecutivo convocó a un arquitecto de apellido Díaz que decidió la creación de montículos de tierra que modificaron el paso y las características físicas del lugar. Parecían pequeñas montañas que obstaculizaban la visual y el tránsito. La novedosa propuesta duró hasta el cambio de gestión que le devolvió la fisonomía de siempre.
Polémicas
Durante la gestión del ex intendente Alberto Cantero hubo una breve pero discutida intervención cuando desde la subsecretaría de Mantenimiento y Servicios se resolvió cubrir los pisos con un polvillo de color rojo intenso. La medida fue removida luego del airado reclamo de los comerciantes que protestaron por las marcas del polvillo en sus locales.
La Plaza volvió a ser eje de la polémica a partir del reclamo de organizaciones de derechos humanos para cambiar el nombre del principal espacio verde de la ciudad.
La historiadora, escritora y Madre de Plaza de Mayo, Susana Dillon, impulsó modificarlo para “evitar el reconocimiento a quien promovió el genocidio de indígenas durante la Campaña del Desierto”. La medida no logró el respaldo de los organismos oficiales y se diluyó con el tiempo.
Tras el fallecimiento de Susana, desde el parlamento local se abrió un nuevo debate en el que se incluirá una audiencia pública. Incluso, desde el Interbloque se propuso el nombre de la Madre de Plaza de Mayo para redefinir a la plaza.
Sin monumentos
La Plaza fue caracterizada por la falta de monumentos arquitectónicos o en homenaje a próceres históricos. A principios del siglo 20 los hermanos Bossani donaron 4 estructuras de mármol de carrara que sobrevivieron hasta fines de la década del 80 cuando, por su inmenso valor, fueron derivadas para su custodia al Museo de Bellas Artes. A principio de la década del 70, en el siglo pasado, fue colocada la Fuente del Deseo en la que los riocuartenses canjeaban monedas por un sueño.
Hace años que la Plaza Roca es también motivo de un acalorado debate sobre la presencia de bandadas de golondrinas que inmigran cada verano. Algunos defienden el vuelo genial de las aves sobre el centro de la ciudad y otros rechazan el olor nauseabundo de las heses que manchan el piso.
La calesita
Hace 14 años, una postal pueblerina que reunió a los niños en el centro de la Plaza surgió tras la llegada de la calesita. Los pequeños podían elegir entre un bravío corcel de postura elegante o una compotera giratoria de colores pálidos para dar vueltas infinitas con el parquizado de entorno.
El carrousel dejó de girar definitivamente en el principal espacio verde de la ciudad y su destino es incierto tras la primera intervención del nuevo siglo.
También, el tiempo y la vertiginosa dinámica del microcentro desplazaron las multitudinarias procesiones religiosas de cada 8 de diciembre.
El centro de todo
La Plaza ha sido desde siempre el cebo para los políticos que buscan dejar su impronta en algún resabio de la historia. El centro de todo y de todos, fascina a los ocasionales ocupantes del Palacio de Mójica y promueve reformas que parecen siempre inconclusas ante el dictamen de las necesidades políticas y de la relevancia geográfica de la Plaza Roca.
Por Pablo Callejón
En Facebook: Pablo Callejon
E mail: callejonpablo@yahoo.com.ar
Fuentes:
* Mayol Laferrere
* Walter Bonetto
* Omar Isaguirre
* Eduardo Hurtado
* Archivo histórico Municipal
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