Opinión – Aunque las contiendas electorales pasadas y las elecciones legislativas por venir se observen como postales lejanas, los actos oficiales no dejan nada librado al azar. Los funcionarios se someten a la construcción perpetua de candidaturas…
El locutor tomaba asistencia ante la mirada incómoda de los intendentes obligados a ocupar su asiento. “¿Chucul no llegó?” preguntó, mientras acompañaba con un tachón de lapicera la nómina sobre el papel. Habían transcurrido unos 30 minutos del horario oficial de inicio del acto y las sillas de las autoridades provinciales aún permanecían vacías. El gobernador José Manuel De la Sota presidió después de varios meses una reunión de gabinete en Río Cuarto y el evento adquirió un matíz de campaña, con militantes uniformados de azul y una larga fila de tractores y maquinarias viales expuestas como en una galería comercial frente al Centro Cívico.
Fiel a un estilo que pareció instaurarse para siempre, el evento tuvo un breve discurso de presentación, a cargo del jefe de Gabinete Oscar González, en el que se detalló una extensa lista de acuerdos, subsidios y donaciones a las localidades y comunidades regionales del sur provincial. A continuación, los mandatarios desfilaron uno a uno para recibir el sobre que acreditaba la adquisición de algunas de las unidades en exposición ó los fondos para obras municipales. El primero en firmar un convenio que le dará un desahogo de más de 10 millones de pesos, durante 14 meses, fue Juan Jure, quien se retiró en pleno acto excusándose por “problemas de agenda”. El intendente riocuartense se esfuerza en reconstruir una relación con el gobierno provincial, pese a la desconfianza por heridas electorales aún abiertas.
En el delasotismo adjudicaron la presencia de decenas de jefes comunales como “un claro respaldo político” tras el encuentro de los intendentes K con la presidenta Cristina Fernández. La disputa con la Nación se mide round a round, en un escenario que a De la Sota le sienta cómodo. Prefiere la crítica al gobierno nacional, que dirimirse en los conflictos sindicales, sociales y económicos que afectan la Provincia. El mandatario insiste en su estrategia de no responder preguntas a los periodistas locales, en una modalidad que se profundizó tras la última elección municipal. “Los ministros hablan por mí”, afirmó De la Sota después de darse un baño de militancia con los jóvenes liderados por Franco Miranda, quienes coparon el acceso del edificio oficial y fueron una valla humana que impidió el cómodo acceso de la prensa.
Con la ayuda de efectivos policiales, el Gobernador caminó 100 metros hasta uno de los tractores cedidos a los municipios y se tomó la foto de ocasión. Después, lo recibió su pareja Adriana Nazario y en apenas segundos volvió a ingresar al Centro Cívico.
El jefe de Gabinete asumió la voz oficial ante los medios y calificó de «bochornoso» el anuncio de Cristina ante los intendentes K. González ratificó que el gobierno nacional “no pondrá un peso” en el gasoducto manisero, luego de que los representantes kirchneristas en Córdoba debieran reconocer que la Nación solo será garantía de un crédito que gestiona la Provincia y pagaremos todos los cordobeses.
El funcionario delasotista también apuntó al escándalo por las supuestas obras millonarias que llegarían a Capilla del Monte y Santa Rosa. “Esto es producto de políticos corruptos ó estafadores profesionales y lo debe resolver la Justicia”, advirtió.
A metros del lugar, un grupo de familias del barrio Chino se lamentaban por no haber podido dialogar con el gobernador ó algunos de sus ministros. “Si gastan tanta plata en tractores podrían hacernos la casa”, señaló una mujer que hace 40 años vive en el sector. Los vecinos firmaron su conformidad para ser relocalizados pero advierten que no se irán hasta que sus viviendas estén concluidas.
Aunque las contiendas electorales pasadas y las elecciones legislativas por venir se observen como postales lejanas, los actos oficiales no dejan nada librado al azar. Los funcionarios se someten a la construcción perpetua de candidaturas, la oficialización de rivalidades sin tregua, los acomodamientos en busca de recursos y la presencia recurrente de banderías partidarias en eventos que hace tiempo perdieron la mera formalidad institucional.
Ni el propio Jure puede escapar al contexto de especulaciones de su par cordobés, Ramón Mestre, quien lo ofrece al altar del sacrificio de una candidatura testimonial ó cierra las puertas a cualquier alianza, en una apuesta personal que logra irritar al mandatario riocuartense.
La fiebre de un sábado ceñido por gestos casi publicitarios se diluyó en un capítulo más del estado de campaña permanente. Un síndrome tan recurrente, como el hartazgo de la gente.
Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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