Lo que debería ser un espacio de convivencia y formación educativa se convirtió en una zona de rivalidades entre alumnos e internas directivas. Unos y otros confrontados en el lugar que debería unificar intereses colectivos…
Vidrios rotos, ventiladores destrozados, paredes pintadas y aulas deterioradas aparecen como una postal desoladora en un establecimiento educativo inaugurado recientemente. Lo que debería ser un espacio de convivencia y formación educativa se convirtió en una zona de rivalidades entre alumnos e internas directivas. Unos y otros confrontados en el lugar que debería unificar intereses colectivos.
«Lo que está ocurriendo es que hay un grupo de adolescentes que han escuchado una parte de la realidad y sobre esa parte han sido incitados a tomar la escuela. Las propias autoridades ha ingresado a las aulas en la mitad de los módulos de clases pidiéndoles que se retiren», afirmó el director del Cenma 24.
Aún con la incentivación de docentes ó directivos, el Centro de Estudiantes y la mayoría de los alumnos decidió avanzar con la toma del colegio reclamando que el Cenma abandone el lugar. Acusan a los más grandes por un problema del que los chicos no pueden defenderse.
«Ellos dicen que nosotros rompemos el colegio y que le hechamos la culpa. No pongo las manos en el fuego por ningún turno. Quizás nosotros también provocámos algunas roturas», admitió Camila Lúquez, presidenta del Centro.
El Dichiara ha sido en el los últimos tiempos un colegio nómade. Debieron abandonar el edificio original y fueron trasladados a lo que fue la escuela San Martín. El movimiento implicó el desalojo de un centro educativo para permitir el arribo de otro. Posteriormente, se creó un anexo del Dichiara ahora deminado IPEM 362. El objetivo era promover el desarrollo educativo en la zona oeste de la ciudad. Desde hace un año allí también funciona el centro de educación de adultos.
«Muchos de los que estamos acá hemos luchado por este colegio desde las salitas infantiles. Ahora, se quieren quedar con lo que es nuestro», aseguró una alumna que protagonizó la toma.
La pelea de chicos parece el desenlace de un problema de grandes. Ni los directivos, ni la Provincia lograron consensuar espacios de convivencia para evitar una lucha de acusaciones que concluye en la toma del colegio.
«Si las autoridades pertinentes dialogaran nunca hubiéramos llegado a este extremo. De esta manera, el adulto se siente discriminado», reconoció una docente del CENMA.
Los alumnos durmieron en las aulas que sufren la pesadilla por la ausencia de clases. Los que viven la oportunidad de educarse y los que no quieren perder el último tren aparecen confrontados en una disputa donde irremediablemente pierden todos. La protesta emerge por tiempo indeterminado y la educación para adultos avanza con una marcha que los reinvidique. Contrastes de una lección que nos encuentra dolidos en el aplazo.
Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
En Facebook: Pablo Callejon
Comments are closed.