Lo dijo Edith Baigorria, la enfermera que denunció al médico de la Clínica del Sur.
«La imputación demuestra que se suman pruebas de mi verdad» Lo dijo Edith Baigorria, la enfermera que denunció al médico Martín Isa, imputado de homicidio calificado por alevosía, dos hechos por concurso material por la muerte de dos pacientes en la Terapia Intensiva de la Clínica del Sur.
«Esto es muy importante, me enteré anoche por ustedes y ratifico mi confianza en la Justicia. Desde un primer momento estuve aliviada porque hice lo que debía hacer», resaltó en diálogo con TD Digital.
La mujer sostuvo que sigue trabajando en el nosocomio privado y que se siente tranquila. «Confío en la Justicia y lo hice desde un primer momento. Es importante que el médico esté a disposición de la Justicia, aunque deberán recolectar todas las pruebas para que haya una decisión definitiva», resaltó.
Añadió que «es importante que las colegas -enfermeras de la Clínica- hayan relatado lo que pasó, aunque todavía estemos sorprendidas»
«Sabíamos que era raro de creer que un médico hiciera esto, pero pasó y actué en la forma correcta: hablé con mi compañera, con la supervisora y enfrenté al doctor Isa antes de ir a la Justicia», sentenció.
Primera entrevista
Aunque el celular no deja de sonar y las horas de guardia profundicen las huellas de la tensión y el cansancio, la mujer habla pausado, apelando a un relato minucioso que la conmueve. Fue testigo del deceso de dos pacientes y asegura que el médico que debió asistirlos fue quien anticipó su muerte. Tras al desborde una jornada de Terapia con sobrepoblación de pacientes, la enfermera recupera la calma del hogar y asegura que su denuncia “es pura verdad”.
En diálogo con Telediario manifestó que pudo determinar cuando el joven médico a cargo de la Terapia le inyectó ampollas con Potasio a los enfermos en grave estado, quien fallecieron en forma casi simultánea. El hecho derivó en una denuncia judicial que es investigada por el fiscal Javier Di Santo.
“Yo lo vi, no estaba confundida”, aclara la mujer y comienza a recordar cómo fueron las horas en las que su vida cambió para siempre.
– ¿Qué manifestó en su denuncia?
– Decidí denunciar que un médico, compañero de trabajo en la terapia, le inyectó potasio a dos pacientes terminales.
– ¿Cuándo ocurrieron los hechos?
– El martes a las 2o. Estaban los dos pacientes alojados en la terapia.
– ¿Cómo sucedieron los hechos?
– Habíamos estado en una urgencia y estábamos desbordadas: éramos dos con siete pacientes. Teníamos trabajo atrasado y en una de las pasadas veo al médico sobre la mesada, de espaldas, con varias ampollas y una jeringa de 20.
– ¿Pudo precisar que eran de potasio?
– Al principio, no. Pensé que nos estaba ayudando porque estábamos desbordadas. Pero, cuando voy a descartar, él agarra las ampollas que estaban sobre la mesada y las tira. Ahí leo que son de potasio. Yo estaba muy cerca.
– ¿Qué sucede cuando advierte que se trataba de potasio?
– Inmediatamente miro el monitor a donde estaba la paciente que había sido inyectada y la paciente estaba muerta. Ahí me di cuenta de lo que estaba pasando.
– ¿Que pasó con el segundo paciente fallecido?
– Después miré hacia donde estaba el otro paciente y él -médico- me tapaba. Cuando logro mirar observo que el hombre estaba en las mismas condiciones.
– ¿Logra hablar en ese momento con el médico?
– A partir de eso no podía coordinar nada, aunque me faltaban 2 horas para terminar la guardia. Él nos preguntó cómo estábamos y le dije que me sentía mal. Antes de charlar con el médico hablé con mi compañera y le pregunté si había visto lo que hizo y me dijo que “no”. En la primera charla con el medico me preguntó por qué estaba mal y le dije que no había estudiado para esto, que había apostado por la vida. Él me respondió que “a veces se puede salvar una vida y a veces no”. Cómo había un familiar el doctor se va y después regresó. Al volver, me vuelve a preguntar por qué me sentía mal y le dije: “doctor, estoy mal por que usted le inyectó potasio a los dos pacientes”. Me responde “las cosas son así, para que postergar la agonía”. Le respondí que “las cosas no son así” y él se retiró enojado .
– En lugar de negar lo ocurrido, intentó justificarse el médico…
– Si, si… Hay muchos detalles que relaté cuando se pidió una cama y no había capacidad para otro lugar. Teníamos la orden de parte de él para otra cama. Creo saber por qué lo hizo. Yo lo vi, no me confundí.
– ¿Usted cree que tomó la determinación porque necesitaban un lugar para otro paciente?
– Tengo mi opinión acerca de eso, pero no quiero hablar de eso…
– ¿La decisión de realizar la denuncia fue inmediata?
– En el primer momento reacciono ante mi compañera y le pregunto si le dio el potasio . Me dijo que no vio nada, aunque reconoce que lo vio dirigirse al botiquín buscando algo. Ella sabe que mi relato es verdad. Aunque cuando les hice el planteo, me miraban como si fuera tan grave. Parecía que estaba exagerando… Me sentí tan sola, traté como pude de terminar mi turno y cumplí mi responsabilidad con el resto de los pacientes y con los muertos. Todo eso lo viví sola, sin saber qué hacer… Verle la cara a la hija de la señora fallecida me hizo cambiar.
– ¿Qué hizo cuando abandonó la clínica?
– Lo primero que hice cuando salí de la clínica fue llamar a la supervisora de confianza. Después me acosté y cuando me levanté, como nadie me llamó, decidí actuar. El mejor ejemplo para mis hijos era hacer lo que se debía. Sentí que lo correcto era denunciar. Ante la gravedad del hecho nadie hacía nada, hablé con 3 personas y nadie hacía nada. Había dos muertes y nadie debe decidir sobre la vida de los demás. Creo en la Justicia y por eso hice la denuncia.
– ¿Cómo seguirá su lucha pensando en que sigue desempeñándose en el lugar donde ocurrieron los hechos?
– Es muy difícil, pero como enfermera presté un juramento y debo cuidar no solo al enfermo sino a la comunidad. Estoy cumpliendo mi función de cuidar aún en la muerte.