El próximo viernes será el inicio del segundo mandato y las virtudes y defectos que heredará no podrán ser adjudicadas a otros, aún cuando por la crisis financiera se apunte a la caída en la coparticipación y los factores económicos exógenos. El costo del final de la obra pública y los excesos de gastos por la previa electoral profundizaron las flaquezas del balance municipal y desnudaron un profundo déficit, que solo en el 2011 superó los 40 millones de pesos.
El nuevo proceso tendrá como ejes la ejecución de sus dos principales anuncios de campaña: la construcción de 2 mil viviendas y la pavimentación de 1.200 cuadras. No por casualidad, las promesas dan continuidad a los planes Mi Lugar, Mi sueño y 100 en 30, dos acciones que le dieron alto rédito electoral.
Se estima que más de 8 mil familias riocuartenses no pueden acceder a su casa propia, hay hasta un desalojo por día y los alquileres se convirtieron en un negocio con alto grado especulativo. Actualmente, es difícil que algún vecino de la ciudad no conozca a un amigo, un allegado ó un familiar que no sufra la imposibilidad de obtener su vivienda.
Cómo sucedió en la Nación y la Provincia, el post electoral desnudó las necesidades de caja y la imposición de medidas de ajuste e incremento impositivo. El municipio no fue la excepción y el costo político expuso una vez más las contradicciones y flaquezas de gestión en un gobierno que no previene conflictos, sino que los enfrenta cuando transitan por el centro de la batalla. La tregua con la CGT y el llamado al Consejo de Desarrollo Económico deberá concluir en un debate más equitativo y eficaz del marco tributario riocuartense.
Con un gabinete reestructurado – Fabricio Pedruzzi en Desarrollo Urbano, Alicia Panza en Economía y Héctor Polinori en Gobierno- y pocas incorporaciones –hasta ahora, solo suenan eventuales regresos de Miguel Besso, Américo Balmaceda y Marcelo Terzo-, Jure respetará los acuerdos políticos con el socialismo, el alonsismo y el ex intendente Antonio Rins. Además, revalorizará la fuerte alianza con el Sindicato de Trabajadores Municipales que le garantiza sobriedad en los reclamos en tiempos de vacas flacas.
Guillermo Mana será formalmente “El Jefe”. Dejará Economía, aunque alcanzará aún más poder sobre los números del municipio. Desde la Jefatura de Gabinete tendrá un control supremo sobre programas, egreso de recursos y los proyectos para realzar la recaudación. De él dependerá la suerte del financiamiento para el programa de viviendas y el resto de la obra pública. También a él deberán consultar sobre el destino de las iniciativas que se impulsen desde las secretarías.
Jure no observa al “superministro” como una competencia política, sino como un instrumento técnico con alta incidencia de gestión. Del resto se ocupará el tiempo. Cuatro años pueden significar una eternidad pero el entorno al Palacio de Mójica y el Concejo Deliberante no estarán exentos de construcciones personales y especulaciones sectoriales de quienes aspiran a la sucesión.
El nuevo proceso se inicia con turbulencias financieras que solo parecen consolidarse por la caída en el crecimiento, las dudas sobre el consumo, el impacto inflacionario y la debilidad de las cajas provinciales y municipales. Necesitado de fondos para cumplir lo prometido en campaña, el intendente deberá lidiar con limitantes internas y los mezquinos desembolsos coparticipables.
Como sucedió en casi la totalidad del país, las últimas elecciones ratificaron el mandato de quienes estaban en el poder. Y en la mayoría de los casos, el reinicio fue poco aliviador. Jure podrá optar por convertirse en una remake de si mismo ó decidir la vuelta de página para una gestión en medio de la turbulencia.
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