Río Cuarto Decide – Minardi y la expectativa de un final abierto

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Opinión – 

Miguel Minardi difícilmente sea visto como el peón rural que ayudaba a arar, sembrar y cosechar. Tampoco podría ser reconocido vestido de mozo, como chofer de ambulancia ó remisero. Mucho menos lo favorece la imagen incómoda bailando al ritmo de cuarteto ó temas de Palito Ortega frente a las cámaras de Crónica TV.  La visión forzada de candidatos recreados por consultores foráneos, en la que se aplican recetas de laboratorio publicitario para sintetizar “al candidato”, podrían solo favorecer la confusión del electorado y del propio postulante.
Con 55 años, Minardi tiene un nombre de prestigio en el ámbito médico de la ciudad y un paso por la administración pública con altibajos, aunque suficiente para otorgarle un lugar preferencial entre los referentes actuales del Justicialismo.
Salvo por la convicción de Juan Manuel Llamosas, la figura de Adriana Nazario, frenó todos los impulsos personales para disputar desde el peronismo la pelea por el Sillón de Mójica. El tiempo pareció darle la razón al ex ombudsman quien fue visto como el ganador cualitativo de la internas.
Minardi esperó hasta fin del año pasado y aunque aún Nazario no había formalizado su negativa, el ex director del Hospital alcanzó impulso real cuando el delasotismo lo designó como su candidato propio.
El recuerdo de Minardi como secretario de la intendencia de Alberto Cantero obliga a destacar el impacto de la peor crisis institucional y social de la Argentina desde el regreso de la Democracia. La gestión del médico cardiólogo tuvo alta incidencia en la contención social de los sectores más postergados, en medio de un país en llamas.
Varios años después, el ex gobernador Juan Schiaretti lo designó como director del Hospital y Minardi volvió al primer plano político. El final de su paso por el nosocomio estuvo condicionado por una protesta de los trabajadores de la Salud que duró 7 meses y la poco afortunada decisión de viajar a los Estados Unidos en medio del mayor agravamiento del conflicto.
Minardi nunca pudo saldar las críticas sobre su rol en el nosocomio y sus asesores evitaron citar el vínculo con el Hospital en los spots publicitarios de campaña. También le dejaron poco espacio para acreditar su afinidad kirchnerista y concentraron sus posibilidades al reducto del peronismo cordobés.
Aunque el candidato justicialista insiste en señalar que no será un delegado del Gobernador en caso de ser intendente, la injerencia de José Manuel De la Sota en el proceso electoral lo relegó a un segundo plano. El papelón con el recital de la Mona Jiménez, las amenazas de De la Sota a Jure y a los votantes del Intendente, la reedición de propuestas ajenas, la sumisión a la secuencia de millonarios anuncios y el protagonismo omnipresente del mandatario provincial, expusieron a Minardi al reduccionismo del mandato delasotista.
Pese al complejo diagrama electoral, en el peronismo confían en que la obsesión del Gobernador por ganar Río Cuarto convierta una elección casi perdida en un mano a mano con final abierto.

Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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