El film dirigido por el director Ken Loach se proyectará hoy, a las 20hs., en el Colegio de Arquitectos, Colón 420, con entrada libre y gratuita. La proyección forma parte del ciclo Cine y Universidad.La historia del film narra que «en junio de 1990, en Los Angeles, un grupo de trabajadores de limpieza de distintos edificios se manifestaron en pos de mejores condiciones de trabajo
y contratación. La mayoría de los manifestantes eran inmigrantes sin papeles y fueron duramente reprimidos por la policía. Este hecho, difundido a través de los medios de comunicación, fue el puntapié inicial para que diversos sectores de la opinión pública se agruparan a favor de las reivindicaciones planteadas por los trabajadores de limpieza, quienes de esta forma obtuvieron un contrato gremial básico. Este fue el comienzo de una lucha que perdura hasta hoy.
Es sobre esta situación de tensión entre el Sindicato del Personal de Limpieza, los contratistas privados, los propietarios de los edificios y los trabajadores que se desarrolla la historia de Pan y Rosas.
No es la primera vez que Ken Loach narra teniendo como punto de partida un suceso histórico. Riff-Raff (1990), Tierra y libertad (1995), La canción de Carla (1996), son algunos ejemplos de una filmografía constante y prolija que no ha dejado de posar su mirada en distintas injusticias sociales desde una clara oposición frente a las mismas. Así, Riff-Raff daba cuenta de las grietas que había producido el tatcherismo en la sociedad británica; La canción de Carla mostraba las violaciones de los derechos humanos por parte
de los grupos opositores a la revolución sandinista en Nicaragua, financiados por la CIA, y Tierra y libertad se detenía sobre la Guerra Civil Española y las contradicciones que se planteaban en el interior de los grupos anti-franquistas.
Claro que Ken Loach no es el único, ni el primero, en entender al cine como un vehículo privilegiado para la denuncia. Ya a comienzos de la década del ´70 con el Nuevo Cine Latinoamericano, por ejemplo, se veía al cine como «arma» capaz de generar cambios en el contexto social a través de la mostración de personas y situaciones que quedaban de otro modo en un fuera de campo que no era ni siquiera aludido.
También por los setenta, los mismos hacedores y actores del citado movimiento comenzaron a discutir a propósito de la forma, el cómo, a partir del cual esos hechos eran o deberían ser narrados. Esta pregunta dividió a algunos de los integrantes del movimiento y es así que muchos de ellos privilegiaron, desligándose de alguna manera de aquella frase de Godard según la cual «todo travelling es una cuestión moral», el tema del film por sobre el soporte y adoptaron un modelo narrativo con procedimientos cercanos al cine comercial. En Argentina esta corriente cuenta entre algunos de sus exponentes a films como Quebracho (1973) o La historia oficial (1985), por citar sólo dos. Salvando las distancias, Pan y rosas podría inscribirse dentro de este paradigma.
La protagonista de Pan y rosas, Maya, ingresa de forma ilegal a los EEUU para reunirse con su hermana y poder trabajar allí. Después de intentar un trabajo en un bar, Maya le pide a su hermana que la ayude a ingresar al personal de limpieza del edificio donde ella misma trabaja desde hace diecisiete años. La mayoría de los trabajadores de este edificio son
inmigrantes indocumentados.
Pese a los contratiempos, y a algún esbozo de las contradicciones que van viviendo los protagonistas, el final de Pan y Rosas es feliz. El «Sí, se puede» que circula por la historia se actualiza en él. Se puede cortar una calle, manifestarse y conseguir que las cosas cambien. Así, antes que brechtiana, la mirada es mass-mediática. Como dice uno de los personajes del film «Hay que hacerse visibles», visibles para aquellos que aun en ese,
¿no-lugar?, que va de la casa a la oficina, no ven a aquellos que ordenan sus papeles y limpian sus alfombras. La visibilidad a través de los medios masivos de comunicación como el cine, por ejemplo, puede ser la caja de resonancia que genere cambios en el campo de lo político: tal sería una de las tesis del film.
El decir de la realidad, aquí, supera a la ficción. Quizás hoy, a diferencia de treinta años atrás, el contrapunto haya que pensarlo, más que en relación con la banda de imagen y sonido, en relación al film y su contexto de recepción. Desde aquí, la distancia, por momentos, se ve trágica.
En su momento, Pan y rosas formó parte de la Selección Oficial del Festival de Cannes».