Según señala una columna de opinión del diario El País de España, al progresismo latinoamericano no le es fácil llegar al poder. El Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil gobierna en una coalición que incluye sectores conservadores.
«El kirchnerismo en Argentina, mezcla de políticas de centroizquierda y del peronismo más tradicional, también cobija dentro del propio Partido Justicialista (PJ, peronista) elementos que tampoco se pueden definir como progresistas, sobre todo, entre los gobernadores de las 15 provincias que tiene bajo su poder (sobre un total de 23)», indicó el diario español.
Añade que, entre los kirchneristas no progresistas está Scioli, el ex empresario y corredor de lanchas que ingresó en política de la mano de Menem y que ahora se mantiene fiel a Fernández como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Tanto es así que en las elecciones generales del próximo domingo en este distrito, el más popular de Argentina, compite contra Scioli otro candidato kirchnerista, pero progresista y no peronista, el diputado Martín Sabbatella.
Existen, de todos modos, algunas excepciones de jefes provinciales kirchneristas con políticas más acordes con las del Gobierno argentino. Los politólogos consultados citan los casos de los gobernadores de Chaco (noreste), Jorge Capitanich, críticado por casos de desnutrición infantil, y de Entre Ríos (oeste), Sergio Urribarri, que cuenta con el apoyo de Sabbatella. Esta distinción no es menor si se tiene en cuenta que la Constitución argentina prohíbe que Fernández busque otra reelección en 2015 y que el kirchnerismo deberá buscar en los próximos cuatro años un sucesor afín y con cierto poder, como el que tienen los barones del PJ.