Jericles y Adrían Demasi presentaron sus «Crónicas Amarillas» en la Feria del Libro

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Texto de la presentación, a cargo del periodista Pablo Callejón

Adrián Demasi nació en Pergamino y a los 10 años se naturalizó riocuartense. En su dilatada carrera profesional incursionó en el periodismo interpretativo o de investigación, en periodismo ficción y como guionista en humor gráfico.
En lo personal, tiene tantos divorcios como heladeras perdidas. Su guía para hombres separados le enseñó a ser un mal aprendíz de cómo vivir sin ellas. Sin embargo, el éxito literario y sus cuentas pendientes lo obligaron a anticipar una nueva lista de sugerencias, en la que promete fundamentar sus reincidencias.
Norberto Elder García es reconocido por todos como Jericles.  Nació en La Carlota y reside en Río Cuarto (Córdoba) desde 1980.
Su talento lo convirtió en uno de los humoristas más reconocidos del país y en postal irreverente de la realidad cordobesa. Se presume que aún cree que el descenso de River es otra nota de periodismo ficción que no permitirá publicar en próximas crónicas amarillas.
Adrián y Jericles decidieron exponer lo que los medios tradicionales se niegan a difundir, confrontando con las miradas corporativas e interesadas de quienes insisten en negar la presencia de una tribu de suegras salvajes en Brasil ó aseguran que el contabilizador de orgasmos que anticipa el libro, no es 100 por ciento preciso.
Las crónicas inician con una advertencia provocadora: Colón no habría descubierto América. La noticia causa pánico en las editoriales escolares y no es para menos. Ese habría sido el motivo para el fin de Billiken y la debacle de Editorial Atlántida.
Los autores también denunciaron que el Diablo amenaza con renunciar por la competencia desleal del Vaticano, sin aclarar qué tiene de ficción la nota.
Resulta estremecedora la primicia sobre la propuesta de privatización de la Justicia, aunque podría habilitar a una noble discusión sobre cuáles deberían ser las zonas de promoción para la industria del Juicio.
Las crónicas también anticipan que casi todo pagará retenciones, salvo el campo y que un orgasmo atacó a una mujer y permanece prófugo. Algunos periodistas habrían admitido conocer del caso, pero solo Adrián y Jericles decidieron publicarlo, apelando a reveladores detalles.
Varias semanas después de leer y releer el libro me pregunto por qué todavía permanece sobre la mesa de luz. Por qué me llama la atención en las vidrieras de los quioscos, aún cuando a veces aparece  ubicado entre la revista «Tejer mejor» y el fascículo 15 de la historia de Platense. Lo leo de atrás hacia delante y no encuentro mensajes endemoniados en sus escritos. No hay advertencias ocultas, aunque presumo que el libro es una permanente amenaza sobre lo que creemos que nunca sucederá y sin embargo, nos estaría esperando a la vuelta de la esquina.
Me pregunto entonces: ¿Porqué nadie debería salir de esta feria sin comprar el libro? La explicación obliga a otro desafiante interrogante: ¿Cuántos de ustedes aseguraría sin temor a equivocarse que estos relatos a los que hice referencia son solo periodismo de ficción? Créanme, después de leer estas crónicas amarillas pocos se animarán a visitar el sur de Manaos sin preguntarse antes cuál habrá sido el destino  de la tribu de suegras que torturan con sus guisos recalentados. Ellos lo saben y ya está escrito.

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