La crisis económica se profundiza en los barrios y los comedores no dan a basto, es el caso del Centro Comunitario Sol de Esperanza, a cargo de Juan Carlos Pereyra, quién entiende la situación de las familias, cuya fuente laboral dependía del día a día y por las medidas de aislamiento, muchos trabajadores del sector informal no pueden salir a la calle.
“Al menos 150 personas vienen a buscar la cena, se ha duplicado la cantidad de personas y aun subsistimos gracias a las colaboraciones”, señala Juan Carlos, quien asegura además que la situación se torna cada vez más compleja.
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